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Los caballos españoles del siglo XIX.

- INICIO.

- BREVE RESEÑA HISTÓRICA.

- CASTAS EQUINAS ESPAÑOLAS.

       - TIPO DE MARISMAS Y RIVERAS.

       - TIPO DE LAS SIERRAS.

       - TIPO DE LAS CAMPIÑAS.

       - EL CABALLO DE TIRO.

       - LA CASTA FINA.

- LA CRÍA CABALLAR EN EL SIGLO XIX.

       - EXCESO DE INTERVENCIÓN.

       - DESINTERÉS Y ABANDONO.

       - ESCASEZ DE PASTOS.

- PROBLEMAS DE INTENDENCIA.

       - REQUISAS.

       - BAJO PRECIO.

       - EL PROBLEMA DE LAS MULAS.

       - EL USO DEL COCHE.

- DESARROLLO DE LA ZOOTECNIA.

       - PRIMEROS INTENTOS DE MEJORA.

       - EL SISTEMA PASTORIL.

       - SELECCIÓN CONTRARIA.

- PERMANENCIA DE LA RAZA PURA.

      - DEPÓSITOS DE SEMENTALES.

      - DEBATE SOBRE SU CONSERVACIÓN

- RESISTENCIA DEL CABALLO ESPAÑOL.

      - MOTIVOS DE DESAPEGO.

- BIBLIOGRAFÍA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La casta fina.

 

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“Réstanos ahora hablar de este precioso animal, considerado por todos, después del árabe, como el mejor del mundo. Además de ser hermoso, es dispuesto, ágil, vigoroso, y tan dócil y dotado de inteligencia, que es susceptible de aprender cuanto se le quiere enseñar; sufre los trabajos y penalidades, se hace partícipe de los del hombre, de quien puede considerársele como un amigo. Sus pelos más comunes son negros y castaños, sin embargo que los hay de todos los pelos.” (Briones, Pedro y Nieto, Juan Abdón. 1851. Manual de Veterinaria)

Se consideraba caballo español de casta fina a los naturales de las campiñas andaluzas y extremeñas y sus cruces. Posiblemente también habrían participado en su conformación algunas castas serranas, como las rondeñas y las cordobesas, y alguna casta marismeña, que le habrían dotado de mayor ligereza y resistencia, o mayor alzada y corpulencia, según las necesidades puntuales. Probablemente el gen modificador tordo también proceda de su ancestro marismeño. Lo cierto es que, en las descripciones coetáneas observamos que hay una serie de caracteres variables, como el perfil: convexo o recto, el tamaño de la cabeza: grande o proporcionada, el tamaño de las orejas: grandes o pequeñas, la grupa: redonda o larga, etc., que podrían deberse a la mayor o menor influencia del marismeño o del serrano, si bien, en las descripciones siguientes, también resulta patente la progresiva influencia de la raza árabe.

1749 - El caballo español, según Buffón, tenía el cuello largo, grueso y con muchas crines; la cabeza algo abultada, y a veces acarnerada; las orejas largas y bien situadas; aire noble y fiero; ojos fogosos; espaldas llanas; pecho ancho; lomos alguna vez un poco bajos; el costillar redondo; vientre algo abultado; grupa redonda y ancha, y algunos un poco larga; las piernas hermosas; tendón bien desprendido; cuartilla algo larga; casco un poco largo y algo parecido al del ganado mular; su alzada no muy grande en general. Los de la parte alta de Andalucía pasan por los mejores; sin embargo, tienen la cabeza muy larga; pero son briosos, dóciles, graciosos, fieros y más flexibles que los berberiscos, son preferibles a todos los caballos del mundo para la guerra, lujo y picadero.

1851 - “Tienen el cuello largo y grueso, con una curva graciosa y con muchas crines; la cabeza algo abultada y a veces acarnerada; las orejas largas en general, pero bien situadas; los ojos fogosos; el aire noble y fiero; las espaldas llenas; el pecho ancho; los lomos a veces un poco bajos; la costilla redonda; el vientre algo abultado; la grupa redonda y ancha por lo ordinario, aunque algunos la tienen un poco larga; las piernas hermosas y con pelo corto; el tendón bien desprendido; la cuartilla a veces algo larga, y el casco acopado”. (Briones, Pedro y Nieto, Juan Abdón. 1851. Manual de Veterinaria)

1857 - “Es en general de una talla mediana, cabeza grande aunque la tenga descarnada orejas algo desproporcionadas al volumen de su cuerpo, ojos vivos llenos de fuego, cuello de cisne, es decir; algo carnoso, cara acarnerada con crines abundantes:, largas y sedosas, la cruz es baja, no de corte saliente, pecho ancho; dorso voluminoso, ensillado, riñones dobles, grupa algo redondeada, cola de espesor, con crines muy finas y largas, costillar redondeado: vientre muy voluminoso; espalda recta; húmero y antebrazo corto, cañas delgadas y largas; cuartilla larga”. (Echegaray, José. 1857. Zootéchnia)

1859 - “Los caballos españoles tienen el cuello largo, grueso, y con mucha crin; cabeza algo abultada, y a veces acarnerada; oreja larga, bien puesta; ojos fogosos; aire noble, fiero; espaldas llenas; pecho ancho; dorso ensillado; lomos generalmente algo bajos; costillar redondo; piernas hermosas y cañilavadas; tendón maestro bien desprendido; pié algo largo. Los más superiores son anchos, con bastante pelo, mucho movimiento y flexibilidad al andar. El pelo por lo general es bayo-castaño; suelen tener en las ancas la marca de la casa de monta de donde proceden. De todos los caballos conocidos en España, los andaluces son los mejores, pues a su valentía y docilidad, reúnen la gracia y fiereza; son más flexibles que los berberiscos”. (Blanco Fernández, Antonio. 1859. Ensayo de Zoología Agrícola y Forestal)

1862 - “El caballo andaluz, del que principalmente vamos a tratar, es de mediana alzada, cabeza descarnada, recta o ligeramente acarnerada y no grande, orejas bien situadas, delgadas y no largas, con gallardos movimientos que indican su vigor; ojos grandes, nobles y llenos de fuego, el cuello algo grueso y poblado de crines finas y sedosas, la cruz proporcionada y algunos algo carnosa, pecho ancho, dorso ligeramente ensillado, riñones no muy anchos, grupa redonda, nacimiento de la cola bajo y ésta poblada, costillar redondeado, vientre algo abultado, espalda no muy oblicua, húmero y antebrazo corto, cañas largas y la cuartilla suele pecar de este defecto, que acompaña también a los radios de las extremidades posteriores; los cascos en general buenos.” (Cubillo y Zarzuelo, Pedro. 1862. Tratado de hipología)

1899 - "Tomando el tipo del caballo español en las provincias meridionales, donde se encuentra más desarrollada la cría caballar, aparece de regular alzada; cabeza descarnada, recta y más bien cuadrada, sin ser grande; orejas bien situadas, delgadas y pequeñas; ojos grandes y vivos; cuello musculoso y algo recto; cruz algo carnosa; dorso ligeramente ensillado; lomos cortos y muy robustos; grupa redonda y algo oblicua; cota poblada; vientre algo abultado; pecho amplio; espalda oblicua; brazo proporcionado; antebrazo algo corto; cañas largas; cuartillas algo largas; muslo robusto y oblicuo; pierna corta; corvejón acodado y cascos compactos y bien formados. El temperamento, sanguíneo-nervioso.” (Molina Serrano, Eusebio. 1899. Cría caballar y remonta)

Obsérvese que en la descripción de Cubillo, de 1862, ya habla de cabezas rectas o “ligeramente” acarneradas y “no grandes” y de orejas “no largas”, y en la de Molina, de 1899, describe cabezas de perfil recto (ya no menciona el convexo), cuadrada (no alargada) y no grande, y de las orejas dice que son pequeñas. Estas modificaciones podrían haberse producido por el cruce con la raza árabe. El mismo Cubillo decía en 1879:

“La mayor parte de los inteligentes con gusto prefieren hoy los caballos para montar con formas graciosas y elegantes, de cabeza pequeña, descarnada y algo chata, con ojos grandes, expresivos y llenos de fuego, orejas cortas, delgadas, bien situadas y movimientos que denoten su valentía; el cuello delgado, flexible, bien contorneado, dejando libres los encuentros y muy poco poblado de crines finas y sedosas. La cruz un poco alta y descarnada, las espaldas largas y oblicuas,…” (Cubillo y Zarzuelo, Pedro. 1879. La verdad en la cría caballar) Evidentemente está describiendo a un caballo árabe.

 

 

Principio del documento                                                                          La cría caballar en el siglo XIX.