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Los caballos españoles del siglo XIX.

- INICIO.

- BREVE RESEÑA HISTÓRICA.

- CASTAS EQUINAS ESPAÑOLAS.

       - TIPO DE MARISMAS Y RIVERAS.

       - TIPO DE LAS SIERRAS.

       - TIPO DE LAS CAMPIÑAS.

       - EL CABALLO DE TIRO.

       - LA CASTA FINA.

- LA CRÍA CABALLAR EN EL SIGLO XIX.

       - EXCESO DE INTERVENCIÓN.

       - DESINTERÉS Y ABANDONO.

       - ESCASEZ DE PASTOS.

- PROBLEMAS DE INTENDENCIA.

       - REQUISAS.

       - BAJO PRECIO.

       - EL PROBLEMA DE LAS MULAS.

       - EL USO DEL COCHE.

- DESARROLLO DE LA ZOOTÉCNIA.

       - PRIMEROS INTENTOS DE MEJORA.

       - EL SISTEMA PASTORIL.

       - SELECCIÓN CONTRARIA.

- PERMANENCIA DE LA RAZA PURA.

      - DEPÓSITOS DE SEMENTALES.

      - DEBATE SOBRE SU CONSERVACIÓN

- RESISTENCIA DEL CABALLO ESPAÑOL.

      - MOTIVOS DE DESAPEGO.

- BIBLIOGRAFÍA.

 

 

 

 

Castas equinas españolas.

 

Durante el siglo XIX aún era patente la diversidad de tipos o castas naturales de los caballos de España. La mayor parte han desaparecido, como es el caso de las jacas serranas, de las que sólo quedan las cantábricas y alguna que otra población en vías de extinción, o se han trasformado hasta hacerlas irreconocibles, como los marismeños.

El esquema racial equino español se ha empobrecido y tergiversado. Hoy en día, el caballo español es una única raza que, si bien aún se aprecian diferencias, tiende a la homogeneidad, y se la considera muy distinta y distante del resto de las razas equinas españolas que han logrado sobrevivir; razas entre las que también se han creado distancias artificiales, que tienen su origen en razones coyunturales de índole político cultural más que en argumentos genéticos.

En aquella época se consideraba a todos los caballos de España de una misma raza pero con diversas castas: “Las cruzas que hagamos entre nuestras castas de caballos, podemos decir que las hacemos entre animales que distan muy poco entre sí, pues en cuanto a su sangre, energía y temperamento, hallamos mucha analogía, siendo lo único que más distingue a nuestras razas sus alzadas y conformación (en lo que quizá tendrá mucha parte nuestra incuria y estado de abandono). Si comparamos, efectivamente, la diminuta jaca gallega y la asturiana con el caballo del centro de España, y con los que se crían en las Andalucías, hallaremos comprobada esta aserción; pues en todos encontraremos señales, aunque características, muy marcadas de analogía en sus atributos morales.” (Soto, Julián. 1862. Cría caballar)

Este concepto monofilético es el acertado ya que coincide con los resultados del estudio The Origins of Iberian Horses Assessed via Mitochondrial DNA (Journal of Heredity 2005:96(6) L. J. Royo, I. Álvarez, A. Beja-Pereira, A. Molina, I. Fernández, J. Jordana, E. Gómez, J. P. Gutiérrez y F. Goyaneche), en el que confirman la proximidad entre las distintas razas de caballos autóctonas de la Península (lo que descarta el origen polifilético que se las venía atribuyendo hasta ahora por algunos autores) y su estrecho parentesco con el caballo norteafricano, con el que formarían un grupo caracterizado por la presencia del haplotipo del cluster 1a en su ADN mitocondrial.

Lamentablemente los trabajos sobre etnografía equina eran muy escasos en España y las únicas castas que atrajeron la atención de los estudiosos fueron las andaluzas y, en menor grado, las extremeñas, es decir; el caballo de casta fina o caballo español, que eran el considerado como verdaderamente valioso. El resto eran jacas que, a pesar de que resultaban mucho más útiles para los labradores, carboneros, contrabandistas y trajinantes o arrieros, no merecieron su dedicación: “Departía el último verano con el ilustrado Catedrático de zootecnia de la Escuela Veterinaria de León, mi apreciable amigo y antiguo camarada del Ejército, Sr. González Pizarro, acerca de la producción animal en varias naciones de Europa y América. Cuando le llegó el turno a nuestra nación hubo de exclamar apesadumbrado: "Confieso que me avergüenza decir que sé menos de España que del extranjero… Asentí a su confesión y con pena digo hoy que apenas si sabemos nada del asunto por falta de datos oficiales serios y exactos. Triste es confesarlo, pero lo es mucho más que quien puede y debe hacerlo no haya hecho ya una buena clasificación étnica y una estadística exacta de la riqueza pecuaria hípica”. (Molina Serrano, Eusebio. 1899. Cría caballar y remonta)

Aún así, algo se había publicado y procedemos a exponerlo.

Para Simón Sánchez González (Estado actual de la cría caballar en España, 1880) era el clima el principal artífice de las castas y a él debían su calidad las renombradas de Cádiz, Sevilla, Córdoba y loma de Úbeda. El clima cálido y seco de Andalucía “hace que se desarrollen poco lo seres; pero son fuertes, nobles, vigorosos, de buena forma y complexión y un temperamento nervioso- sanguíneo. El cálido y húmedo se determina de preferencia en la provincia de Valencia, favorece mucho el desarrollo como se observa en los potros que para su recría llevan de Andalucía, Cataluña, Segovia, Ávila y alguna otra provincia: pero pierden mucho de su energía y adquieren, además, un temperamento linfático-sanguíneo que los arruina y ensucia muy pronto. El frió y seco, se marca en el centro de España, Castilla la Nueva y la Mancha: los hace resistentes y fuertes, de mucha duración, broncos y esquivos para la doma, de temperamento sanguíneo-nervioso, y no grande desarrollo. El frió y húmedo; se acentúa más al Norte de Castilla la Vieja. Los hace apáticos, algo pesados, de formas desproporcionadas y pastosas, de buen desarrollo, buena disposición para el tiro, pero de un temperamento linfático”. Cabe puntualizar estos comentarios en lo que a Valencia se refiere, ya que los potros allí trasladados los recriaban labradores de regadío con sus excedentes agrícolas; esa alimentación verde y abundante unida a la estabulación, afectaría en los resultados de la recría tanto o más que el clima.

Pero el clima no solamente está determinado por la latitud sino también por la altitud. Para José de Hidalgo (Curso de economía rural. 1865) las castas de los caballos de España se dividían  en tres tipos: “Marismas y/o riberas”,”Sierras” y  “Campiña”.

Sobre esta clasificación general sobrepuso otra regional. Vamos a seguir este esquema por considerarlo muy válido. Las descripciones se han realizado a partir de las noticias aportadas por José de Hidalgo, a las que hemos añadido las de otros autores.

 

 

Principio del documento                                                                                       El tipo de las marismas.