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RAZAS AUTÓCTONAS

 

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Prólogo

Hace ya seis años que inicié esta Web motivado por la desesperada situación que atravesaba en aquellos momentos el Proyecto de Recuperación del Caballo Losino.

Gracias a ello recibí el apoyo de miles de personas de diversos países que se solidarizaron con la situación.

A pesar de no haber podido evitar su mal desenlace, decidí mantener abierta esta página con la idea de ampliarla incorporando otras especies y razas domésticas del entorno cultural ibérico.

Hoy inicio esta nueva sección en la que iré exponiendo mi visión sobre el apasionante mundo de la ganadería.

De la milenaria relación entre el hombre y sus animales domésticos se pueden obtener otros muchos valores, no necesariamente crematísticos, que  enriquecen intelectualmente porque forman parte inseparable de la cultura que los cobijó.

Tanto España como Portugal han sido naciones eminentemente ganaderas a lo largo de su historia y su ganadería ha permanecido casi inmutable a través de los siglos porque las condiciones de explotación tampoco variaron. Los cambios empezaron tímidamente en el siglo XIX pero es en el XX cuando se hacen evidentes. La revolución industrial y su nueva economía han obligado a trasformar los viejos sistemas extensivos de mínima inversión y discreto rendimiento por sistemas intensivos de gran inversión y máximo rendimiento. En el camino han quedado muchas razas que no han podido adaptarse, otras están en grave peligro de extinción y con ellas desaparece también la cultura ganadera asociada.

Tal vez sea bueno recapitular antes de que se distorsionen más las cosas.

 

Ricardo de Juana.        Febrero de 2011

 

 

P.S. Ruego paciencia a los lectores porque me llevará un tiempo  completar esta Web.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Orígenes y evolución de la ganadería ibérica.

 

Tradicionalmente se considera al Neolítico como el periodo en el que se desarrolla la domesticación de las especies salvajes y, por tanto, el nacimiento de la agricultura y la ganadería, sin embargo estos procesos, tanto en plantas como en animales, se iniciaron durante el periodo Mesolítico e incluso, en algunos casos, en el Paleolítico.

 

No fue un proceso súbito que marcase un límite claramente definido entre un antes y un después, sino un proceso muy largo y oscilante, con avances y retrocesos, de múltiples orígenes y de muy desigual distribución que convivió largamente con los sistemas originales de manutención: la caza y la recolección.

 

Parece que el lobo fue el primer animal en ser domesticado. En yacimientos peninsulares han sido encontrados restos óseos de perro que datan de hace 10.000 años.

 

Sin duda éste factor contribuyó decisivamente al desarrollo de la ganadería ya que ésta se inició mediante el control de algunas poblaciones silvestres en el que, cabe suponer, el perro colaboraría activamente.

 

Esta intervención en el desarrollo natural de las poblaciones salvajes consistía en la permanente localización de las manadas, intervenciones en el medio para mejorar sus condiciones y favorecer el desarrollo de estas especies (deforestación y control de la vegetación mediante el fuego), la determinación del número, sexo, edad y momento del sacrificio de sus componentes y su protección contra los ataques de las tribus rivales u otras especies predadoras.

 

Estas intervenciones tenían escasa incidencia en el fenotipo y genotipo de estas poblaciones ya que prácticamente seguían siendo animales silvestres y, cuando las circunstancias (guerras, epidemias o catástrofes naturales) hacían desaparecer este control humano, regresaban a su estatus natural.

 

Estos procesos de pre-domesticación pudieron ejercerse sobre las especies nativas que reunían las condiciones adecuadas, como el uro, el caballo, el jabalí y la cabra. Otras especies nativas, como el ciervo, el corzo, el rebeco, el zorro o el gato montés no pudieron domesticarse o no resultó interesante su domesticación. Por otra parte, animales como la oveja, el asno o la gallina, hoy en día considerados propios de la ganadería ibérica, no pudieron ser domesticados aquí por no habitar en la península ibérica sus ancestros silvestres, sino que fueron importados ya en su forma doméstica.

 

A continuación exponemos como hipótesis el devenir de las principales especies domésticas peninsulares y de sus razas.

 

 

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