Niaux. Lascaux Cueva de
La Pasiega Cueva de La Pasiega Recreación
de la transición del Pleistoceno al Holoceno en Europa |
Origen
del caballo doméstico. La familia de los équidos surgió en el continente
americano y se desplazó durante el Pleistoceno por Asia, África y Europa. En su periplo sufrió variaciones, como
respuesta a las condiciones medioambientales, que dieron origen a diversas
especies y subespecies. En el norte de África derivaron en asnos
(Equus africanus). En el este y sur de ese continente originaron las cebras
(Equus quagga, Equus grevyi, Equus hartmannae y Equus zebra). En Asia
surgieron los hemiones (Equus hemionus y Equus kiang) y en Europa y norte de
Asia los caballos (Equus ferus) En América se extinguieron los équidos en
10.500 a. C. (Guthrie 2003; Kavar y Dovc 2008). En Oriente Medio y Próximo
los caballos desaparecieron unos cuantos miles de años antes (Bennett y
Hoffmann 1999). En Anatolia desaparecen a mediados del Holoceno (Uerpmann
2005) Área
de distribución del Equus ferus. En el Neolítico (fase en la que se supone
su domesticación) el área de distribución del caballo silvestre (Equus ferus)
era bastante limitada, suele admitirse que abarcaba desde la Península
Ibérica hasta las estepas caucásicas. En
las estepas asiáticas se encontraba un tipo de caballo, que hoy conocemos
como Przewalski, que sería una rama intermedia entre los hemiones y los
caballos auténticos. Caballo de Przewalski
(Wolves68450) Esta subespecie fue descubierta y
descrita por Nikolai Mijailovich Prjevalski en 1879 y en aquel tiempo aún
vivía salvaje en las estepas de Kazajistán, Mongolia y noroeste de la China,
por lo que se asimiló al caballo salvaje del que se suponía que descendía la
subespecie doméstica. Sin embargo los análisis modernos nos dicen que es
genéticamente distinto al Equus caballus, ya que éste último posee 64 pares
de cromosomas mientras que aquel tiene 66, y su ADN mitocondrial demuestra
que no es su ancestro, aunque puede
cruzarse con el caballo y producir crías fértiles. En el oriente europeo habitó un caballo
al que los naturales llamaban tarpán. Hasta 1814 sobrevivió en Lituania
(Groves, 1974; Levine 2006) y en Letonia (Bennett y Hoffmann 1999). En
Polonia hasta 1810-1820 (Clutton-Brock, 1992; Levine 2006; Pucek 1981), en
Ucrania hasta 1879 (Bennett y Hoffmann 1999). Aún se conservan poblaciones
que descienden, en mayor o menor grado, de los tarpanes, como el konic, el
heck o el dülmen. Caballo konic (Astrid
van Wesenbeeck photography) El científico alemán Gmelin conoció a los
tarpanes salvajes de Rusia central, en 1769, y los clasificó como Equus
caballus gmelini. Su descripción resulta algo desconcertante ya que nos
representa un caballo de escasa alzada, de color gris con el vientre más
claro y las patas negras, de cabeza pesada, ojos fieros, crin corta y
erizada, cola corta y rala y con dos tipos de orejas: de tamaño normal “o
largas, casi parecidas a las de los asnos y caídas” La variación en el tamaño y disposición
de sus orejas podría deberse a cruzamientos con caballos domésticos ya que, según
nos informa el mismo Gmelin, los sementales salvajes atacaban y mataban a los
sementales domésticos para quedarse con sus yeguas, con las que se cruzaban y
engendraban productos que compartían características de ambos tipos. La descripción del tipo puro coincide
aproximadamente con las características del ejemplar de la lámina, es decir
con las del caballo de Przewalski, al que se parecía mucho. Comparando los esqueletos,
conservados en los museos, del E. c. przewalski y del E. c. gmelini, se
aprecia que sus cráneos son muy similares, así como la brevedad de sus
primeras falanges, pero el tarpán tiene las cuartillas más cortas, sus cascos
son más anchos y su dentadura parece menos adecuada para moler los alimentos.
(Eisenmann, Véra. 2010. L’évolution des Équidés) Cuenta también Gmelin que resultaban muy
difíciles de domar y nunca se usaban como montura, tan solo como animales de
carga. No soportaban el cautiverio y solían morir al cabo de un año de su
captura. Estos datos nos indican su falta de aptitudes para la doma (como los
caballos de Przewalski) por lo que, presumiblemente, también habría que
descartarles como antecesores del caballo doméstico. Las poblaciones de caballos de Siberia
parece que eran mostrencas y muy posteriores. Por tanto, el caballo doméstico debería
proceder de los caballos silvestres de la Europa occidental, de aquellos que
la habitaban al comienzo del Holoceno El Holoceno inicia con el final de las
glaciaciones y los caballos de esa época son el fruto de aquellas condiciones
climáticas. La mitad septentrional de Europa permaneció cubierta por los
hielos, en la franja central dominaban las tundras y taigas y en el sur había
zonas donde permaneció el bosque templado y la vegetación mediterránea. Al final del Pleistoceno, por efecto de
la glaciación Würm IV, se daban en la Península Ibérica dos tipos de regiones
bioclimáticas: una Eurosiberiana, que afectaba a los Pirineos, Macizo
Cantábrico, Macizo Hespérico gallego, los Sistemas Ibérico, Central y Bético
y todas las zonas intermedias, en donde se hallaba un paisaje estepario del
tipo tundra, y otra región de vegetación mediterránea que abarcaba zonas
costeras levantinas y del Sur de la Península. (Maldonado Díaz, E. 1996
Revisión de los équidos del Pleistoceno medio y superior de España) La región Eurosiberiana estaba habitada
por un tipo de caballo conocido como Equus caballus gallicus, que se parecía al
Equus caballus germánicus, del cual desciende, pero había reducido el tamaño
del cuerpo, así como la parte postcraneal. Este caballo tenía la cabeza
grande, el hocico corto, cuello grueso, crin erizada, cuerpo fornido y
rechoncho, patas cortas y gruesas y cascos anchos. Reconstrucción de un Equus caballus
gallicus a partir de pinturas rupestres de Trois Fréres y Niaux. La otra forma caballina del final del
Würm, característica de la región mediterránea, era el Equus caballus
antunesi (Cardoso y Eisenmann, 1989), que parece haber evolucionado a partir
del Equus caballus torralbae, El Equus caballus torralbae podría
tratarse de un endemismo o variedad regional característica de la Meseta,
desarrollado en un medio dominado por praderas y estepas (Sesé, Carmen y
Soto, Enrique. 2005 Mamíferos del Yacimiento del Pleistoceno Medio de
Ambrona: Análisis Faunístico e interpretación Paleoambiental). La subespecie antunesi es de talla
parecida a su antecesor pero más grácil. (Maldonado Díaz, E. 1996 Revisión de
los équidos del Pleistoceno medio y superior de España). Esta subespecie
tenía una alzada de 1,40m., hocico largo y estrecho, de cuerpo esbelto, patas
largas, cascos estrechos. Los restos del antunesi han aparecido en Italia y
Portugal en depósitos del Würm reciente (CARDOSO J.L. 1996. Los grandes
mamíferos del Pleistoceno superior en Portugal), y en los yacimientos
españoles de Cueva del Buho (Segovia), Valdegoba (Burgos), la Carihuela (Granada)
y Abric Romani (Barcelona) (Maldonado Díaz, E. 1996 Revisión de los équidos
del Pleistoceno medio y superior de España)
Para Véra Eisenmann sería el tipo de
caballo representado en la cueva de La Pasiega (Eisenmann, Véra. 2010.
L’évolution des Équidés). Reconstrucción de un Equus caballus
antunesi a partir de imágenes de Isturiz y la Pasiega. Con el final de la glaciación se produjo
un brusco cambio de temperaturas; en 50 años ascendieron 7º C. Los hielos se
repliegan hacia el polo norte. Donde había tundra y taiga se cubre de un
espeso bosque de coníferas (que posterior y paulatinamente serían
parcialmente sustituidos por árboles caducifolios). Al sur se aclaran los bosques.
Este hecho afectaría negativamente al Equus caballus gallicus, que se vio
forzado a retirarse hacia las estepas del este, pero beneficiaría al Equus
caballus antunesi, que vio ampliada su área de dispersión al tiempo que se
suavizaban las temperaturas. Las estepas euroasiáticas estarían
ocupadas por tarpanes y las asiáticas por caballos de Przewalski. Sin
embargo, los 300.000 huesos aparecidos en Boltai (Kazajistán) no
pertenecieron a tarpanes ni a caballos de Przewalski, sino a caballos
glaciares europeos (Véra Eisenmann, 2010.L’évolution des Équidés), lo que
evidenciaría esta migración. No parece probable que, de forma espontánea,
hubieran compartido un mismo hábitat estas subespecies siendo sexualmente
compatibles. No todos los gallicus emigraron pues se
han encontrado algunos restos en yacimientos neolíticos de la Provenza y el
Jura, en Francia (Pascal et al., 2003 - Évolution holocène de la faune de
Vertébrés de France : invasions et disparitions) y del Cantábrico español
(Altuna, J. Mariezkurrena, K. El caballo al final de la última glaciación y
en el periodo postglacial del País Vasco) Es posible que las duras condiciones
climáticas en las que se había desarrollado el E. c. gallicus hubieran
afectado a su temperamento, haciendo de él, como con el tarpán y el caballo
de Przewalski, un animal arisco, obstinado y de escasa aptitud para la
domesticación. Por
el contrario el E. c. antunesi, al haberse desarrollado en un clima mucho más
favorable, con una alimentación abundante y variada y con diversidad de
biotopos le habría hecho ser un animal más adaptable y de mejor temperamento
(estas cualidades se siguen apreciando de forma destacada entre las razas
caballares ibéricas), lo que habría permitido su domesticación en épocas muy
remotas. Principio del documento
Indicios de domesticación. |
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