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Los caballos españoles del siglo XIX.

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- BREVE RESEÑA HISTÓRICA.

- CASTAS EQUINAS ESPAÑOLAS.

       - TIPO DE MARISMAS Y RIVERAS.

       - TIPO DE LAS SIERRAS.

       - TIPO DE LAS CAMPIÑAS.

       - EL CABALLO DE TIRO.

       - LA CASTA FINA.

- LA CRÍA CABALLAR EN EL SIGLO XIX.

       - EXCESO DE INTERVENCIÓN.

       - DESINTERÉS Y ABANDONO.

       - ESCASEZ DE PASTOS.

- PROBLEMAS DE INTENDENCIA.

       - REQUISAS.

       - BAJO PRECIO.

       - EL PROBLEMA DE LAS MULAS.

       - EL USO DEL COCHE.

- DESARROLLO DE LA ZOOTECNIA.

       - PRIMEROS INTENTOS DE MEJORA.

       - EL SISTEMA PASTORIL.

       - SELECCIÓN CONTRARIA.

- PERMANENCIA DE LA RAZA PURA.

      - DEPÓSITOS DE SEMENTALES.

      - DEBATE SOBRE SU CONSERVACIÓN

- RESISTENCIA DEL CABALLO ESPAÑOL.

      - MOTIVOS DE DESAPEGO.

- BIBLIOGRAFÍA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Tipo de las campiñas.

 

En las campiñas o vegas se daba el tipo de caballo de mejores condiciones ecuestres, por su alzada, conformación y temperamento: “El verdadero tipo de caballo español es el andaluz de las provincias de Córdoba, Sevilla y Cádiz, que también se produce en casi todas las provincias de Andalucía y en Extremadura, Ciudad Real, Toledo, Madrid y en algunas de Castilla la Vieja, si bien varían algo sus caracteres y son de menos distinción”. (Molina Serrano, Eusebio 1899. Cría caballar y remonta)

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Recreación del caballo español del tipo de la campiña.

 

Andalucía.

Sevilla: De alzada hasta 1,54m. Los había de perfil acarnerado (convexo) y martillo (recto), las orejas bien situadas, el cuello un poco largo, la espalda ancha y robusta, el lomo recto, las extremidades fuertes, buenos aplomos y pelo asentado y fino. Nobles, fuertes, dóciles y de movimientos graciosos.

Cádiz: Muy similar al de las campiñas de Sevilla. Alzada entre 1,56m., y 1,58m. Cabeza descarnada, de tamaño regular y con mayor porcentaje de perfiles rectos,  cuello más corto y carnoso, pecho ancho, lomo flexible, ancas redondas, regulares anchuras, buenos aplomos, algo largos de cuartillas, pelo sentado, lustroso y fino.

La Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento (1861) difiere ligeramente en su descripción, en cuanto al tipo de cuello, pero hay que tener en cuenta que, mientras la anterior describe el caballo de Cádiz, ésta se refiere a las yeguas, y, en el caballo español, el dimorfismo sexual es muy acusado: “Su alzada excede las siete cuartas, cabeza corta, plana y descarnada, cuello largo, arqueado o de pichón, ojos grandes, cruz alta y descarnada, cadera, espaldas, grupa y lomos de buenas proporciones, buenos aplomos y temperamento sanguíneo nervioso”.

Huelva: Compartía características del de Sevilla y del de Cádiz. Regular alzada, cabeza grande, cuello largo y extremidades fuertes.

Jaén: Buena alzada. Cabeza acarnerada y larga. Mandíbula inferior huesosa, cuello bien puesto, corto y grueso. Espaldas anchas y musculosas, un poco bajos de cruz, dorso largo, lomo ancho, grupa y caderas redondas. Extremidades largas, cuartillas largas, rodillas enjutas, cascos acopados y sanos, aplomos regulares. Temperamento sanguíneo, sobrios, nobles y briosos. Destacaban los de la Loma de Úbeda y los de la rivera del Guadalquivir.

Su alzada varía entre siete cuartas (1,46m.) y siete cuartas y cuatro dedos (1,51m.). La cabeza es acarnerada y algo cargada la mandíbula inferior, cuello corto y grueso, cruz bien formada, dorso perfecto, pocos los ensillados, lomos anchos y cortos, grupas y caderas redondas, espaldas anchas y largas, antebrazos cortos y robustos, rodillas secas y anchas, cañas planas, tendones separados, cuartillas de buenas proporciones y algunas largas, corvejón enjuto, aplomos anteriores buenos, posteriores largos. Temperamento sanguíneo. (Memoria elevada al Excmo. Sr. Ministro de Fomento.1861)

Córdoba: Era de gran alzada, 1,60m., y más. La cabeza un poco grande, descarnada, algo acarnerada. Orejas, algunas veces grandes pero bien situadas y flexibles. Ojos grandes y vivos. Cuello bien colocado, corto y grueso en unos y largo y delgado en otros. Dorso corto, cruz alta, costillas arqueadas, espalda musculada, ancas redondas, pecho ancho. Extremidades regulares, antebrazo largo, rodillas anchas, buenos aplomos y cascos fuertes. Temperamento nervioso. Dócil, vigoroso con buenos movimientos. Se utilizaba para el tiro de carruajes y la caballería de línea.

La Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento (1861) compara las yeguas de la campiña de Córdoba con las de su ribera y dice: “En la campiña son de menos alzada, de formas más esbeltas, más fuertes, más ágiles y de mejor temperamento, que es sanguíneo muscular”.

Málaga: Alzada hasta 1,54m. Buena conformación, cabeza grande, cuello coto y carnoso, cruz no muy alta, dorso recto y flexible, caderas largas, corvejones enjutos, brazos con regulares aplomos. Anchuras regulares y buenos movimientos.

Según la Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento (1861), en Málaga existían en aquel tiempo 5.200 yeguas que podían dividirse en tres grupos o zonas, la de la campiña de Antequera, Campillos y Archidona, con sus pueblos limítrofes, donde eran de más alzada, algo más anchas y espesas; las de la Hoya de Málaga, que comprende la capital, Churriana, Alhaurín y Torremolinos, donde eran de menos alzada, sin verse tan marcada la especialidad de su tipo, y las de la Serranía de Ronda, que ya hemos referido al hablar de las jacas serranas.

Estas diferencias locales no tardarían en desaparecer por efecto de los depósitos de sementales del Estado: “En las provincias de Málaga y Granada se nota alguna mejora en la industria hípica, y son acaso en las que mejor resultado dan los sementales del Estado; se va consiguiendo más alzada y volumen en los productos y se ha demostrado que los caballos sementales de pura raza andaluza son los que producen mejores resultados”. (Molina Serrano, Eusebio 1899. Cría caballar y remonta)

Granada: El caballo de la vega de Granada ya se encontraba muy descastado en 1865, probablemente por influencias externas a Andalucía. De conformación irregular, cabeza acarnerada y voluminosa. Alzada grande. Se usaban en las labores agrícolas.

Extremadura.

 “Caballos extremeños. Son también muy hermosos, aunque de menos alzada, sin embargo que algunos puntos de Extremadura los hay de bastante talla y de robustez; son también finos, y con ligeras excepciones, les acompañan iguales caracteres que a los andaluces”. (Briones, Pedro y Nieto, Juan Abdón. 1851. Manual de Veterinaria)

“…los que más se parecen a los ya mencionados (andaluces) son los extremeños, aunque en general son más pequeños, pero fuertes y enérgicos, siendo muy fácil su mejora con las buenas castas andaluzas, porque Extremadura abunda en excelentes pastos y tiene bastante analogía su clima al de Andalucía.” (Cubillo y Zarzuelo, Pedro. 1879. La verdad en la cría caballar)

“Así es; el extremeño, por ejemplo, el más parecido al andaluz, es más basto, más robusto, más fornido, de peor carácter, bronco y difícil de domar, pero de gran vigor y resistencia en el trabajo”. (Molina Serrano, Eusebio 1899. Cría caballar y remonta)

Badajoz: El coronel Juan Cotarelo y Garastazu (1861) los describe así: Alzada hasta 1,51m. Cabeza pequeña y larga, cuello de ciervo, cruz baja y carnosa, dorso recto, corto y redondo, grupa y caderas altas y estrechas, cuerpo estrecho, antebrazos largos, cuartillas cortas, corvejones estrechos, cascos acopados, sanos y fuertes. Temperamento nervioso. Mucha viveza, resistencia y agilidad.

La Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento (1861) describe las yeguas de Badajoz  y dice que su conformación varía bastante; su alzada es de 7 cuartas y dos dedos (1,49m.), cabeza grande, larga, gruesa y acarnerada, cuello largo, delgado o carnoso, con exceso de ciervo y golpe de ancha, cruz baja y gruesa, dorso recto, redondeado, ancho y corto. Lomos anchos y cortos, no muy flexibles, grupa y cadera anchas o estrechas, espalda ancha y carnosa, antebrazos largos y no gruesos, rodillas empastadas, cuartillas cortas, pierna larga y delgada, corvejón empastado, estrecho y acodado, aplomos cerrados los anteriores y abiertos los posteriores, temperamento nervioso. Coincide con la descripción de Cotarelo a excepción del tamaño de la cabeza y en la variabilidad de la anchura de la grupa, pero hay que tener en cuenta que mientras el primero hace referencia a un tipo concreto de caballo, el segundo describe un término medio entre los de campiña y los de ribera. El establecimiento de un depósito del Estado en Badajoz, en 1851, con diez caballos españoles, y otro en Mérida, en 1854, con cuatro sementales españoles, habría contribuido también en la disparidad de las descripciones. El “ciervo” en un abultamiento de los músculos del pescuezo en su entronque con el pecho (a la manera del de los ciervos) y el “golpe de hacha” es la depresión que presentan algunos caballos entre la cruz y el cuello. 

Región de levante.

Se dedicaban mayoritariamente a la producción de mulas y rara vez a la de caballos.

En Murcia y Valencia se dedicaban a la recría de potros con los excedentes agrícolas de los cultivos de regadío. La mayor parte de estos potros procedían de Andalucía pero también recriaban los procedentes de Cataluña y otras regiones.

“Aunque en la provincia de Valencia no existe ninguna ganadería, hay en ella mayor número de potros y caballos que en otras criadoras, porque los valencianos compran en Andalucía y Extremadura todo el desecho o los restos de las ganaderías para recriarlo y después venderlo. El sistema intensivo de recría de los valencianos, que de los potros más malos hacen caballos de mucho desarrollo y presencia, siquiera sean flojos y se ensucien pronto de las extremidades, nos indica el poder de la alimentación y es una enseñanza práctica que deberían seguir en las provincias nativas, donde muchos ganaderos matan de hambre a sus potros en los dos o tres primeros años de su edad”. (Molina Serrano, Eusebio 1899. Cría caballar y remonta)

Decir que se ensuciaban pronto de las extremidades equivale a que eran propensos a padecer lesiones como alifafes, agriones, clavos, sobrehuesos, esparavanes, gabarros, lupias, etc.

 El tipo más sobresaliente era de origen andaluz, de cabeza proporcionada y descarnada, ojos grandes, cuello grueso, espaldas abultadas y anchas, pecho saliente y ancho, brazos robustos, rodillas y cañas regulares, menudillos redondos y enjutos, dorso casi recto y flexible, grupa redonda, nalgas abultadas, cascos acopados y fuertes.

Mesetas.

La secular cría mulatera había degenerado el tipo y disminuido el censo de la población caballar de la meseta norte.

“En las provincias del Norte se crían también caballos, aunque en corto número en el día, por dedicarse más esmero a la cría mular. En Cartilla la Vieja sus caracteres son: de peores formas, más bastos y de peor índole para su educación y doma, si bien más fuertes y de más resistencia para el trabajo: tienen el cuello más largo, menos arqueado, cubierto de crines más bastas, más recogidos de vientre, más estrechos de pecho, menos regularidad en sus aplomos y sus cascos pequeños y amurallados”. (Briones, Pedro y Nieto, Juan Abdón. 1851. Manual de Veterinaria)

“Caballos castellanos. Estos son de alzadas regulares y en algunas localidades los suele haber hasta de ocho cuartas, como en la provincia de León, Son estrechos de cuerpo, izquierdos o estacados, cuello delgado, cabeza de martillo, rijosos y de mala índole; para el trabajo son fuertes, pero se ensucian pronto, Hay algunas localidades muy a propósito para criar razas de tiro, como en el Valle de Burón, de cuyo punto han salido muy buenos para artillería; en otros como la provincia de Segovia, Ávila y demás cordilleras de montañas que siguen a las de estas se podrían criar los mejores caballos de cazadores y de carabineros de hacienda pública.” (Cubillo y Zarzuelo, Pedro. 1879. La verdad en la cría caballar)

Siguiendo la información contenida en la Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento (1861), hacemos las siguientes descripciones del tipo medio de las yeguas de León, Palencia Valladolid, Salamanca, y Zamora. Las de Ávila, Burgos y Segovia ya las hemos descrito entre las jacas serranas por tratarse de yeguas de poca alzada. De las de Soria no hemos encontrado descripciones pero sabemos que estaba mayoritariamente poblada por la jaca soriana, asidua acompañante de los trashumantes sorianos (serranos) y de aspecto similar al de los actuales losinos.

León: Su población equina era una mezcla de tipos de montaña y vega. La conformación de sus yeguas variaba en los términos siguientes: alzada desde siete cuartas hasta más de seis dedos (1,46m. a 1,55m.), cabezas largas, grandes o chicas, cuellos delgados o gruesos y cortos, cruz alta o baja, dorso recto o esnsillado, lomos largos, grupa y caderas cortas, derribadas o redondeadas, espaldas cortas y rectas, antebrazos largos y delgados, rodillas cortas, anchas y empastadas, cañas cortas y redondas, tendón muy separado, cuartillas cortas, muslo y pierna no muy robustos y largos, corvejones acodados, estrechos y empastados, aplomos medianos, temperamento sanguíneo o linfático. Los de mayor alzada se criaban en Valdeburón. En 1841 se estableció un depósito del Estado en la capital, que constaba de 12 sementales españoles, uno inglés y dos alemanes.

Palencia: Alzada de siete cuartas y dos dedos a siete cuartas y cuatro dedos (1,48m. a 1,51m.), cabeza larga y gruesa, cuello largo y delgado, cruz alta, estrecha y descarnada, dorso largo, lomos largos y anchos, grupa y caderas redondas y cortas, espaldas largas y rectas, antebrazos largos y robustos, rodillas anchas y secas, cañas cortas, redondas, tendón separado, cuartillas cortas, muslo y pierna robustos, corvejones anchos, aplomos buenos, temperamento sanguíneo.

Valladolid: Se distinguían tres grupos principales: las de pura raza castellana, que son de poca alzada, de buenas anchuras y de perfil recto; las cruzadas con andaluz, que tienen mejores cabezas, más alzada y finura de remos; y las cruzadas con extranjero, de cuellos más perfectos pero de menos anchuras. Hacen una descripción promediada de los tres grupos: buena alzada, anchura, pierna perfecta, cabeza corta y descarnada, cuello delgado y recto, cruz descarnada y alta, dorso largo y ligeramente ensillado, lomos anchos, grupa y caderas anchas, espaldas largas, antebrazos largos y no delgados, rodillas regulares, algo empastadas, cañas cortas con buen tendón, muslo y pierna robusta y larga, aplomos traseros mejores que los delanteros, temperamento sanguíneo y nervioso.

Salamanca: Su alzada solía ser de siete cuartas y dos o tres dedos (1,48m. a 1,50m.), cabeza larga, gruesa y acarnerada, cuello largo, delgado y del revés, cruz alta, estrecha y descarnada, dorso largo y recto, lomos largos y estrechos, grupa y caderas derribadas, espaldas cortas y rectas, músculos poco desarrollados, antebrazos largos y delgados, rodillas pequeñas y empastadas, cañas cortas, cuartillas largas, muslo y pierna de poca longitud y robustez, corvejón estrecho, aplomos izquierdos y zancajosos, temperamento linfático o nervioso.

Zamora: Eran de alzada de siete cuartas y tres dedos (1,50m.), cabeza descarnada y corta, de martillo, algo gruesa, cuello de pichón y delgado y del revés, cruz alta y descarnada, dorso ancho y robusto y corto y ensillado, lomos anchos y cortos, grupa y caderas anchas y redondas y largas, espaldas largas y redondas, tendón separado, cuartilla larga y oblícua y anchas en la parte anterior y posterior, muslo y piernas largos y robustos y delgados, corvejones grandes, limpios y rectos, aplomos buenos, temperamento sanguíneo y bilioso.

“Los caballos de las dos Castillas, algo diferentes entre sí, y mejores los de la Nueva que los de la Vieja, se distinguen por su cabeza de martillo, recta y algo estrecha; por su cuello casi recto; región dorso-lombar algo larga; extremidades un poco gruesas y pastosas; cascos algo desparramados, y su carácter bronco para la doma”. (Molina Serrano, Eusebio 1899. Cría caballar y remonta)

Los caballos de la meseta sur estaban muy mezclados con las castas andaluzas y se utilizaban, a pesar de su excelente calidad, para la obtención de híbridos.

Ciudad Real: Por lo general procedían de Andalucía; eran finas, de buena alzada, mucho vientre, bien conformadas, cuellos flexibles y delgados, buenos aplomos y cabezas algo grandes. La gran mayoría se cubrían con el garañón.  (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

Valle del Ebro.

En general eran de cabeza descarnada, cuello delgado, formas redondas y fuertes y extremidades robustas pero delgadas. Aplomos regulares. Ya estaban muy cruzados con razas de tiro.

“En Aragón, como en otras muchas provincias de España, se halla la producción hípica en un estado de lamentable abandono y decadencia. Los famosos caballos de la célebre yeguada del Conde de Sobradiel, que tanto dinero gastó en su fomento y mejora, desaparecieron por completo, y aunque cerca de los Pirineos y en toda la ribera del Ebro se crían en la actualidad algunos caballos de aptitud mixta, si bien mucho más acentuada la de tiro, y algunos ejemplares mestizos, es lo cierto que el número y la calidad no responde siquiera a las necesidades locales, por más que se puedan elegir algunos tipos distinguidos de los que se crían en Zaragoza, Pina, Fuentes de Ebro, Monzabaroz y Gallur, que son los que gozan de más fama.

El caballo aragonés, de mucho buque y alzada media de lm,58, tiene la cabeza grande, rectilínea o ligeramente convexa algunos; el cuello algo delgado; la grupa caída; las ancas y caderas anchas y redondeadas; el pecho poco profundo e insuficientemente ancho; el vientre algo abultado; las extremidades robustas y fuertes, con espaldas rectas y poco musculadas; antebrazo y cañas largas, cuartillas cortas y rectas y los ángulos articulares abiertos. La armadura ósea es buena, pero el sistema muscular acusa poco desarrollo y el temperamento es algo linfático; circunstancia que los hace calmosos, flojos y de poco aguante. Los mestizos que existen son producto de cruzamientos efectuados con las yeguas del país y padres percherones, anglo-normandos, norfolks y otros, bien de la sección de sementales del Estado, bien de paradas particulares.

Sus caracteres varían algo, aunque todos tienen aptitud para el tiro pesado y algunos para el ligero, aventajando a los del país por tener la cabeza más pequeña y ligera, el cuello fuertemente musculado; el pecho profundo; la grupa oblicua; las caderas muy amplias, redondeadas, y musculosas; las extremidades más cortas y potentes; el esqueleto y la musculatura bien desarrollados; la conformación general más armónica y el temperamento menos linfático; su alzada media es de lm,55. Si presidiera un buen criterio zootécnico y existiera más estímulo se podría fomentar y mejorar muchísimo la cría caballar en Aragón y obtener productos de excelentes condiciones para el tiro de todas clases”. (Molina Serrano, Eusebio 1899. Cría caballar y remonta)

Las descripciones del ganado caballar de estas provincias coinciden al reflejar el defecto de debilidad de los tendones de las cañas, que al parecer, era común entre caballos del Valle de Ebro. Tal vez ese carácter lo hubieran heredado del caballo marismeño propio de las riberas del Ebro y sus afluentes.

Zaragoza: Se dividían en tres grupos: las yeguas del país, aptas para silla y tiro ligero, tenían cabeza larga y empastada, cuello delgado y del revés, pecho estrecho, extremidades largas y delgadas, espaldas cortas, antebrazos largos y delgados, rodillas pequeñas y redondas, cañas largas, tendón delgado y como extrangulado debajo de la rodilla, cuartilla larga, grupa cortante, nalgas estrechas, pierna larga, corvejón pequeño, estrecho y acodado, falta de aplomos en los brazos por ser izquierdos, y en los piés por ser cerrados de corvejones; temperamento nervioso sanguíneo, índole fogosa pero noble, sanas, fértiles y longevas, Alzada de siete a ocho cuartas (1,46m. a 1,67m.). Las yeguas extranjeras, propias para tiro pesado, tenían un excesivo desarrollo del tercio posterior, cabeza demasiado grande y pesada, cuello corto, espaldas rectas y carnosas, buenos aplomos delanteros, corvejones estrechos, genio apático, temperamento linfático. Las yeguas mixtas: cabezas algo largas, espaldas cortas, piernas y brazos largos, rodillas y corvejones menos grandes y planos de lo conveniente. (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

Teruel: Existían 2.194 yeguas (1.500 en Albarracín), la mitad de alzada de siete cuartas (1,43m.), cabeza de martillo, cuello bien colocado, pobre de crin, pecho estrecho, cruz saliente, vientre recogido, grupa y piernas redondeadas pero si aire, corvejones anchos y enjutos, espaldas muculosas y rectas, brazos robustos, rodillas pequeñas, tendón bien colocado pero por los rádios inferiores propendía a largo y endeble. (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

Logroño: Originalmente habría contado con los tres tipos; el tipo serrano, que habitaría en las sierras de Cameros y la Demanda y que suponemos sería similar a la jaca soriana y a las de Burgos, que a su vez eran muy similares entre sí; el tipo marismeño, que habría habitado en las márgenes del río Ebro y el tipo de vega o campiña. En la descripción de la “Memoria” mezcla caracteres de cada uno de ellos: Su alzada variaba entre siete cuartas y siete y tres dedos (1,46m. a 1,50m.), cabezas pequeñas de perfil recto o largas y descarnadas, cuello recto y delgado, cruz descarnada, baja o alta, dorso largo y delgado, rodillas pequeñas, empastadas o planas y enjutas, cañas redondas y tendón poco separado, cuartillas largas o cortas, muslo y pierna poco robustas y largas, corvejón estrecho y empastado, aplomos medianos, temperamento sanguíneo. (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

El tipo de los caballos aragoneses y catalanes en general es de tiro, y existen para todos los usos de ejercicio de esta clase, y aunque destinan la mayor parte de las yeguas al garañón, estableciendo buenas paradas para el servicio de artillería, trenes y transportes, darían pronto muy buenos resultados, porque tenemos el principal elemento que son las yeguas, y a la primera o segunda generación podríamos utilizar los productos con ventaja”. (Cubillo y Zarzuelo, Pedro. 1879. La verdad en la cría caballar)

Gerona: Había dos tipos; el general del país y el de la Cerdaña. Destacaba el de la Cerdaña por que sus yeguas se cubrían con los sementales de un depósito frances cercano.

Las de la Cerdaña tenían una alzada de siete cuartas y cuatro dedos (1,51m.), cabeza acarnerada y corta, cuello largo y recto, cruz alta, lomos buenos, grupa y cadera largas, espaldas anchas, antebrazos largos y descarnados, rodillas anchas y secas, cañas delgadas, tendón separado, cuartillas regulares, dorso largo, muslo y pierna buenos, corvejones largos, aplomos izquierdos, temperamento sanguíneo.

Las del resto de Gerona eran de alzada de siete cuartas (1,46m.), perfil recto, cabeza corta, cuello delgado y corto, cruz baja y estrecha, lomos cortos y anchos, grupa y caderas almendradas, espalda corta, antebrazos cortos y robustos, rodillas estrechas, cañas cortas y planas, cuartillas largas, dorso largo, muslo y pierna endebles, corvejones acodados, aplomos izquierdos y temperamento nervioso. (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

Cita Molina el “caballo ampurdanés” pero refiere que es de aptitud para el tiro ligero, por lo que suponemos se trataba de otro ensayo producto del cruce entre yeguas nativas y caballos normandos o similares: “En Cataluña, especialmente en la provincia de Gerona y la de Lérida, se producen algunos caballos de buenas condiciones, y serían mejores y más abundantes si aquellos ganaderos en pequeño pudiesen disponer de sementales excelentes apropiados a la morfología de sus yeguas, como se demostró con el feliz, juicioso y eternamente plausible ensayo del ilustre General Cassola en toda la Cerdaña y en particular en Puigcerdá y Bellver. Merece citarse el caballo ampurdanés, caracterizado por su gran alzada; color negro peceño ó castaño obscuro sucio; cabeza grande, estrecha y de perfil convexo; cuello corto, delgado, cónico, con crinera abundante y basta; cruz elevada y enjuta; región dorso-lombar larga y mal unida a la grupa, que es muy saliente; pecho algo estrecho, pero profundo; extremidades fuertes, resistentes y aptitudes para el tiro ligero.

Aunque insignificante hay en esta provincia base para criar buenos caballos de tiro ligero y pesado, con los cuales se satisfarían las necesidades de la agricultura, de la industria y de la artillería”. (Molina Serrano, Eusebio 1899. Cría caballar y remonta)

Lérida: La alzada variaba entre siete cuartas y tres dedos a siete cuartas y seis dedos (1,50m. a 1,54m.). Cabeza larga y algo acarnerada, cuello largo y delgado, cruz estrecha, lomos estrechos, dorso largo, grupa y caderas almendradas, espaldas largas, antebrazos cortos, rodillas estrechas, cañas largas, tendón adherido, cuartillas largas, muslo y pierna regulares, corvejones acodados, buenos aplomos, temperamento linfático. (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

Baleares.

En los climas húmedos de los terrenos bajos eran de formas bastas, de movimientos pesados, bastante anchura, temperamento linfático. En los climas secos de la montaña eran ligeras, de formas finas y temperamento sanguíneo. La alzada no bajaba de la marca. (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

Canarias.

Los caballos eran en general bastos, cargados de cabeza, de poca alzada y de anchuras desproporcionadas. Se estimaba un total de 4.266 cabezas entre caballos y yeguas. Los sementales se importaban de la Península y del extranjero. (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

Cornisa cantábrica.

Orense: Se estableció un depósito del Estado en 1846 que constaba de nueve sementales españoles. La alzada de sus yeguas era normalmente de más de siete cuartas, las había de cabeza larga o corta y acarnerada, cuellos largos y delgados o cortos y gruesos , cruz alta, dorsos largos rectos o ensillados, lomos largos y estrechos, caderas cortas y redondas o largas y derribadas, espaldas largas, rectas y oblícuas, antebrazos largos y delgados, ocortos y robustos, rodillas estrechas y secas, cañas largas empastadas, tendón separado, cuartillas largas y cortas, muslo y pierna largos o cortos y robustos, corvejones estrechos y rectos o anchos y empastados, aplomos buenos o regulares, temperamentos variables. (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

Pontevedra: Había unas 5.000 yeguas dedicadas a la reproducción, la mayor parte se cubrían con garañón. Unas 300 no bajaban de las siete cuartas, las demás tenían de seis a seis y media. Procedían del cruzamiento de yeguas indígenas con caballos andaluces y de andaluces con yeguas portuguesas. Eran de corta alzada, cabeza chata y descarnada, cuello recto, delgado y largo, cruz alta y estrecha, dorso largo y ensillado, lomos anchos y largos, grupas y caderas cortas y redondas, espaldas cortas y rectas, antebrazos largos, rodillas anchas y secas, cañas redondas con tendón separado, cuartillas largas, muslo y pierna robustos y bien proporcionados, corvejones acodados y anchos, aplomos malos, temperamento linfático. Veloces, de mucha fatiga y a propósito para viajar por terrenos quebrados. (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

Santander: En 1845 se estableció un depósito del Estado en Santa Cruz de Iguña que contaba con 5 caballos españoles, uno inglés y otro alemán. Otro se estableció en Reinosa en 1858 que constaba de seis caballos españoles. También había 18 paradas particulares con 36 caballos y 41 garañones. El número de yeguas de la provincia se estimaba en 7.381, 520 llegaban a las seis cuartas, 928 hasta seis y media, 3.238 hasta siete cuartas y 2.695 sobrepasaban la marca. Tenían la cabeza grande y empastada, cuello del revés y grueso, cruz baja, dorso regular, lomos proporcionados, grupa y caderas redondeadas, espaldas planas, antebrazos desarrollados, rodillas anchas y algo empastadas, cañas enjutas, cuartillas cortas, muslo y pierna robustos, corvejón algo recto, los aplomos bastante perfectos, cascos acopados y resistentes, temperamento sanguíneo muscular. (Memoria al Excmo. Sr. Ministro de Fomento. 1861)

 

 


Por los testimonios expuestos se comprueba que, al menos hasta mediados del siglo XIX, se mantenía la diversidad de castas de los caballos españoles y existía una clara diferenciación entre los caballos propios de los tres biótopos, marismas, sierras y campiñas.

También se desprende que, salvo las poblaciones del Valle del Ebro, Santander y León, que ya empezaban a acusar síntomas de bastardeo con razas pesadas, los caballos españoles conservaban una muy considerable pureza genética. Las jacas norteñas disfrutaban de un gran censo, al igual que las del Sistema Central, las béticas, las extremeñas y, presumiblemente, aunque no hemos encontrado prácticamente datos sobre ellas, las del Sistema Ibérico. El caballo castellano, si bien muy degenerado a causa del abandono y nula selección provocados por siglos de dedicación a la cría mulatera, aún mantenía sus características raciales bien definidas. Las castas finas meridionales permanecían tal cual habían sido desde tiempos remotos (a excepción de la granadina, que había decaído mucho) sin que razas exóticas hubieran aún diluido sus características raciales. Sólo se aprecia un carácter, posiblemente atípico, en los caballos jienenses: la pesadez de sus quijadas, rasgo impropio de los caballos peninsulares y que pudiera proceder de los experimentos de cruza con caballos normandos que realizó la Inspección General de Caballería entre los años 1822 y 1828, en la loma de Úbeda.   

De toda esta riqueza sólo se han conservado, parcialmente, las castas andaluzas y extremeña de campiña, que supuestamente se mantienen agrupadas dentro del Libro Genealógico del Caballo de Pura Raza Española, los caballos baleares (si bien se ha perdido la diferenciación entre los de tierras altas y bajas), y algunas jacas cántabro-pirenaicas (gallega, asturiana, vizcaína, burgalesa y navarra) aunque con censos testimoniales y en grados de pureza muy dispares y, en algunos casos, discutibles.

 

 

Principio del documento                                                                                                    El caballo de tiro.