Escudo de
Orán (Wikipedia.org) Vaca
Castellana, Almería. Sorolla Sorolla Raza
Menorquina Pastor
Garafiano Pastor
del Gorbea |
Influencias africanas. Es conocida
la intensa relación comercial y cultural entre ambas orillas del estrecho de
Gibraltar desde los inicios del Neolítico. “Un buen ejemplo es la cueva de Gar Kahal, situada en las montañas
que se levantan al sur del estrecho de Gibraltar, entre Ceuta y Tánger, de
ella tenemos una buena estratigrafía obtenida por las excavaciones españolas
de M. Tarradell. En todos sus niveles aparece cerámica impresa e incisa, con
la cual comienza la presencia del Neolítico. Luego, vemos cómo a la cerámica
cardial la sucede la cerámica acanalada, paralela a nuestro Bronce I;
después, la cerámica campaniforme, y, finalmente, la cerámica a la almagra,
propias también de los estadios más avanzados de esta cultura del Bronce I
Hispano. Es evidente que todos estos elementos culturales proceden de España”.
(ALMAGRO BASCH, Martín, 1968, El estado
actual de la investigación de la Prehistoria del norte de África y del Sahara,
Instituto de Estudios Africanos, Madrid.)
También es habitual, en los yacimientos neolíticos y calcolíticos
ibéricos, la presencia de huevos de avestruz y objetos de marfil de origen
africano. Estos
intercambios también afectarían a la ganadería; el caballo habría sido
introducido en el Magreb desde la península ibérica, mientras que con las
ovejas y cabras sería a la inversa. Cabe suponer que con el ganado vacuno
también se produjeran intercambios aunque, si ya existían vacas domésticas a
ambos lados, tal vez no resultara rentable el esfuerzo. Sobre
las dudas que puede suscitar el transporte de ganado mayor entre ambas
orillas, en un tiempo en que la navegación resultaba tan precaria, cabe
recordar que los primeros dromedarios llegaron a las Canarias (en 1404)
nadando a remolque de las embarcaciones (Fabelo Marrero F.J. “El camello en Canarias: Historia, manejo y
enfermedades”, 2005), y que la distancia más corta entre dichas islas
(Lanzarote) y el continente africano es de 93,45 km., mientras que en el
estrecho se reduce a poco más de 14 km. Cuando
los supervivientes de la expedición de Hernando de Soto se vieron en la
necesidad de abandonar “La Florida” construyeron unas rusticas embarcaciones
con las que descendieron por el río Mississippi hasta alcanzar las costas de
México. Para el trasporte de los caballos construyeron unas balsas que
llevaban a remolque y tal vez hubieran logrado llevarlos consigo hasta el
Pánuco de no haber sido por los continuos ataques de los nativos. Aún así,
lograron hacer una travesía de más de 700 km antes de perder a los últimos
caballos de la expedición. Ya
en tiempos de los cartagineses (218 a. C.), los problemas técnicos para el
transporte naval de animales estaba completamente resuelto ya que Aníbal fue
capaz de cruzar el estrecho con sus 37 elefantes africanos. Los
romanos surtían sus espectáculos circenses con fieras procedentes de todo el
orbe, pero muy especialmente de África. Los
casi ocho siglos de ocupación musulmana de la península ibérica traerían
consigo múltiples intercambios ganaderos entre el Magreb e Hispania, aún no
bien estudiados, sin embargo, es muy probable que estos intercambios fuesen
menores cuando ambas orillas eran musulmanas, que después de la reconquista.
A partir del siglo XV los monarcas castellanos alentaron múltiples
“cabalgadas” a la Berbería de poniente, desde Ceuta hasta el cabo de Aguer
por parte de los vecinos de Palos, El Puerto de Santa María, Jerez de la
Frontera y Huelva, y desde el cabo de Aguer hasta el cabo Bojador por parte
de los canarios. Las presas más buscadas eran esclavos, oro, plata, paños,
sedas y lienzos que lograban saqueando las ciudades pero también, en
ocasiones, se realizaron presas de ganados en los aduares o campamentos
ganaderos. Recíprocamente,
los berberiscos también hicieron otro tanto en nuestras costas. En
el siglo X un grupo de comerciantes andalusíes habían fundado la ciudad de
Orán, en la actual Argelia, como base comercial entre Al-Ándalus y el norte
de África. Orán
gozó de notable prosperidad gracias al comercio pero, tras la toma de Granada
(1492) sufrió un gran declive económico y se vio necesitada a obtener
recursos mediante la piratería. No sólo expoliaban embarcaciones si no que
también asolaban las poblaciones costeras. Para
atajar esta situación una tropa dirigida por el Cardenal Cisneros y Pedro
Navarro ocupó Orán en el año 1509. Esta
plaza se mantuvo bajo soberanía española hasta el año 1708 en que fue tomada
por los turcos. En
1732 fue reconquistada por el conde de Montemar y 59 años después fue vendida
al imperio otómano por Carlos IV. Durante
la ocupación española se intentó atraer a los “moros amigos” al tiempo que se
organizaron cabalgadas u operaciones de castigo contra los “moros hostiles”. Estas
cabalgadas consistían en una tropa montada que salía de Orán contra una tribu
hostil a la que intentaban hacer el mayor daño posible capturando a sus
miembros, que luego eran vendidos como esclavos, a sus ganados y todas sus
posesiones. Este botín luego era subastado en Orán y lo recaudado se
distribuía entre todos los participantes. Los
productos que no se podían consumir en la misma plaza se llevaban a vender a
los puertos mediterráneos de España. Diego
Suárez Corvín fue un soldado que participó en alguna de esas cabalgadas y lo
dejó por escrito en unos manuscritos que se conservan en la Biblioteca
Nacional (BNM, manuscritos, 7882, 424 folios) Por
él tenemos noticia de las diez cabalgadas organizadas por Garcelán de Borja,
Maestre de Montesa y Gobernador de Orán entre 1571 y 1573: “Prendió y cautivó el
Maestre de Montesa, en
el tiempo que fue capitán general de Orán y su reino, cerca
de dos mil esclavos y esclavas de todas edades en
las jornadas que hizo y alcances en los moros, y
más de veinte mil cabezas de todo ganado: vacas, cabras, ovejas, más
de ochocientas bestias de carga y otros tantos camellos, según
lo sacamos de los mismos libros de las ventas y
repartimiento de las tales presas y cabalgadas. De
la cual hacienda, esclavos y bestiamen Se
hicieron más de 95.000 ducados, como
consta de sus partidas en las diez presas que hizo”. Este
“comercio” influyó en todo el arco mediterráneo occidental y muy
señaladamente en España. Pedro
de Aguilar, en su “Tratado de la caballería de la gineta” escrito en 1572,
nos dice: “Viniendo pues a tratar de la forma
y talle, que han de tener, digo que los estribos y espuelas, que yo he visto
de muy mejor talle y parecer, son los que traen del reino de Tremecen (1),
por ser los estribos de muy buen garbo, y las espuelas pulidas, y de muy buen
arte.” (1)
Tremecén es una ciudad argelina que linda con Marruecos. Pero
donde tuvo que influir notablemente fue en la composición étnica de la
ganadería de las regiones costeras ya que en tan sólo dos años se capturaron
más de 20.000 cabezas de ganado entre
vacas, ovejas y cabras, aparte de 800 bestias de carga (caballos, mulas y
asnos) y 800 camellos. ¡Y la primera ocupación de Orán duró 200 años! Esto
nos puede dar una idea de la gran cantidad de reses que desde el norte de
África desembarcaron en las costas mediterráneas europeas durante los siglos
XVI y XVII y de sus efectos que ciertamente aún se aprecian. Vacuno. La
raza vacuna propia de Orán es la que los franceses denominaron Bruna del
Atlas. Se trata de una población compuesta por animales braquicéfalos de
perfil recto o subcóncavo, frente deprimida, cara triangular o alargada y
órbitas salientes. De talla media aunque presenta variaciones en su tamaño
dependiendo de la zona de cría, siendo más pequeña en las zonas montañosas y
mayor en las vegas, su alzada ronda los Sobre
esta raza no se ha realizado ningún tipo de selección, siendo sus principales
virtudes su rusticidad y su adaptabilidad. Es la vaca propia de Marruecos,
Argelia y Túnez y se la supone una presencia muy remota en la zona. En la
actualidad es difícil encontrarla en pureza ya que abundan más los ejemplares
cruzados con razas francesas o con zebú. Bruna des Atlas. La costa
europea más próxima a Oran es la de Almería por lo que es lógico suponer que
sería a ese puerto donde primero se dirigirían los productos de Orán. En
Almería convivieron hasta épocas recientes tres razas vacunas: La
autóctona conocida tradicionalmente como “Castellana” y hoy rebautizada como
“Pajuna” que habitaba en las sierras de Gádor, María, Filabres-Baza y Sierra
Nevada, perteneciente al tronco castaño Ibérico. Se
explotaba en sistema extensivo y trashumante invernando en las zonas costeras
como el Ejido y el campo de Níjar. Se
trata de animales de capa castaña, con ahumados muy extendidos por la cara,
zona anterior de las extremidades y tercio anterior del cuerpo. Cabeza
grande, larga y estrecha y de perfil recto. Cuerna bien desarrollada, de
color blanco con los pitones negros y de sección circular. Nacen hacia
afuera, adelante, arriba y afuera. En los machos la cepa alcanza un grosor
considerable. Halo
claro alrededor del hocico. Listón dorsal y testuz más claros que la capa.
Mucosas negras. Su
tamaño es mediano o grande, dependiendo de la disponibilidad alimenticia de
la zona de cría. Su peso medio es de 400 en las hembras y los 600 en los
machos. Otro
tipo vacuno propio de Almería era el “Almanzoreño”, originario del valle del
río Almanzora. Este tipo de ganado se originó en torno a la explotación de
las canteras de mármol de Macaél, en donde era utilizado para el arrastre de
los bloques de roca. Parece
ser que los otros dos tipos de ganado vacuno autóctono se veían limitados a
la hora de soportar el gran esfuerzo físico que supone el arrastre de dichos
bloques, por lo que (probablemente durante el siglo XIX) se llevaron vacunos
pirenaicos que dieron origen a este tipo de ganado. La
raza Pirenaica fue cruzada con las otras locales y sin embargo aún resulta
patente su encuadre dentro del tipo pirenaico. La capa típica es la trigueña
o “almelá” con o sin ahumados centrífugos. Los machos son más oscuros y
presentan el típico “albardado” o zona más clara sobre los costados y el
espinazo. Sobre este tono amarillento suelen dibujarse manchas ligeramente
más oscuras. Son animales bien conformados tanto en cuanto al esqueleto como
a la musculatura y de mayor masa corporal que las otras razas propias de la
provincia. Hoy
en día está técnicamente extinguida ya que el número de ejemplares existentes
no permite su mantenimiento. Vaca Almanzoreña. El
tercer tipo es el conocido como “vaca de la vega” y era el ganado del labrador
almeriense. Tenía mucho parecido y relación con la vaca murciana. Vaca de vega, Almería, años 70 . Debido
al constante cruzamiento con la castellana y la almanzoreña sus caracteres
eran bastante variables pero describiremos al tipo más característico. Su
capa era roja uniforme aunque los machos solían ser más oscuros, la cruz muy
destacada así como el sacro, quedando el lomo ensillado. Su perfil convexo y
también su frente. Lo más característico era su cornamenta ya que era de
sección elíptica e incluso aplastada, su nacimiento era hacia atrás y abajo,
cerrándose contra la cara por lo que tenían que serrarles los pitones para
evitar que se hirieran las mejillas. Esta
raza se criaba en casa de los labradores por lo que la selección artificial
de sus caracteres resultaba más evidente que en otras razas más ambientales
pero aún así resulta difícil encuadrarla dentro de los tipos ibéricos y
parece probable que esas diferencias se deban a la influencia del ganado
africano. En
la región de Murcia se daba el tipo llamado “vaca murciana” de
características análogas a la vaca de vega almeriense y por tanto también se
la puede suponer afectada por la importación masiva del ganado oranés. Yunta de vacas murcianas. A
lo largo del resto de la costa mediterránea peninsular se utilizó al tipo
conocido como “vaca marinera”. Probablemente descendía del tronco castaño
ibérico con influencia del ganado oranés. Es una raza extinta pero podemos
conocer su aspecto por los excelentes retratos que de ella nos dejó Joaquín
Sorolla. En
la isla de Menorca aún se conserva una raza que también podría descender del
ganado de Orán, la raza Menorquina. También
es de color rojo y tiene el perfil convexo o subconvexo, su mucosa es del
mismo color que la capa y es mocha. Se ha seleccionado por su aptitud
lechera. Para
algunos autores ésta raza descendería de la vaca marinera, lo cual no es
óbice para que, al ser Mahón puerto militar y con una abundante guarnición se
surtiese con el ganado de aquella plaza africana. En
Sicilia se encuentra la raza Modicana la cual, a pesar de los cruces sufridos
con ejemplares del tronco gris podólico aún conserva un gran parecido con las
anteriores. Su
capa es de color retinto, siendo más oscuro en los machos. La cabeza es
triangular, de perfil recto y frente
convexa, las mucosas son negras o del mismo color que la capa. Además
del tipo común se conocían otras dos variedades: el “Mezzalino” que habitaba
entre los 300 y los No
sería extraño que el ganado siciliano se hubiera visto afectado por la
importación del ganado procedente de las cabalgadas de Orán ya que en aquella
época Sicilia pertenecía a la corona española. Raza Modicana. (foto di
Salvatore Pipia / ISZS) En
Córcega, también perteneciente en aquella época a la corona de España por
herencia de la corona de Aragón, se conserva la raza Corsa. Esta raza no es
homogénea en su capa pero predomina el color rojo claro con dilución en la
cara interna de las extremidades, párpados y orla del hocico. Las mucosas
oscuras. Los cuernos blancos con los pitones negros y de escaso desarrollo.
Su talla es de Raza Corsa El
caso de Cerdeña es muy similar al de la isla vecina. Igualmente pertenecía
por aquel tiempo a la corona Española y en ella se encuentra la pequeña raza
Sarda en la que, si bien predomina la capa castaña, es frecuente ver
ejemplares muy semejantes a la Bruna del Atlas. Raza Sarda. Curiosamente,
en el ganado vacuno de las islas Canarias no se aprecian trazas del ganado
berberisco. Seguramente eso se debe a que el sector de costa en el que
realizaban las caballadas no es propicio para la cría de este ganado. Se
distinguen dos razas, la Palmera y la Basta o Criolla, ambas introducidas
desde la península en el siglo XV. La Palmera que, como su nombre indica, es
la que se cría en la isla de La Palma pertenece claramente al Tronco Rojo
Atlántico. Se la supone descendiente de la Rubia Gallega y de la Miñota pero,
viendo el extraordinario parecido entre el perro pastor Garafiano y el del
Gorbea, cabe suponer que la raza Pirenaica también pudo participar en la
creación de esta raza canaria. La
raza Basta, Criolla o raza Canaria, natural de Gran Canaria y el norte de
Tenerife, es hoy en día mayoritariamente rubia con las mucosas claras lo que,
en principio, la adscribe al Tronco Rojo Atlántico, sin embargo, antaño eran
muy frecuentes las capas castañas bociblancas por lo que cabe suponer que
ganado del tronco castaño ibérico también participó en su conformación. Tal
vez el parecido entre las isas y la música popular tradicional de Málaga nos
pueda dar alguna pista sobre el origen de dicho ganado. Yunta
de vacas, Gran Canaria. http://www.fotosantiguascanarias.org Volver
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