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Boni y su vieja yegua. Ronda, la yegua de José Mata Ronda, la yegua de José Mata Cuartos traseros de una de las yeguas de “El Bardojal”
(C.I.C.L. Criales de Losa) Yegua “losina” de “El Bardojal” (C.I.C.L. Criales de Losa) Los que nosotros desechábamos eran mejor que cualquiera de
los suyos. Losinos de Pancorbo Potro losino de Pancorbo |
La
Asociación “El Bardojal”. En mayo de 1991 fundamos
la Asociación Española de Criadores del Caballo Losino integrada por Bonifacio Robredo Castresana, vecino de
Quincoces de Yuso, como propietario de una yegua losina, Fernando Ungo Corral, vecino de Relloso y
propietario de “Blacky” y de “Pitita” y
Eduardo de Juana Sardón y
Ricardo de Juana Aranzana, en representación de la Sociedad para la
Recuperación y Cría en Pureza del Caballo Losino, que en ese momento contaba
con 86 ejemplares de pura raza. El 7 de noviembre de
1991 tiene lugar, en Pancorbo la primera Asamblea Plenaria de Socios de la
A.E.C.C.L. En ella se acuerda el nombramiento de la Junta Directiva, siendo
nombrado Presidente mi padre, Eduardo de Juana Sardón, Vicepresidente
Fernando Ungo Corral, Tesorero Bonifacio Robredo Castresana y yo como
Secretario. A ella asisten invitados
Emeterio San Salvador, Jefe Provincial de Ganadería, Pascual Cadenas
Jefe de los Servicios de Agricultura y Ganadería de la Diputación de Burgos,
el Coronel Tomás Pérez Adrián,
Delegado de la Junta Superior de Cría Caballar y Baudilio Fernández-Mardomingo,
Jefe de la Unidad Veterinaria de Burgos, siendo nombrados miembros de la
Comisión de Inscripción de ganado del Libro Genealógico provisional. Aceptan
el nombramiento y se comprometen a ejercer su misión de acuerdo con las
características raciales y normas de valoración contenidas en el Standard de
la Raza presentado en su día a la Junta Superior de Cría Caballar. A
propuesta del Presidente son nombrados socios de honor los cuatro componentes
de la Comisión de Inscripción. El 10 de abril de 1993
tiene lugar una asamblea de la Asociación Española de Criadores del Caballo
Losino en Quincoces de Yuso, a la que asisten, como invitados Eduardo Ruiz
Sanz-Amor (veterinario titular de Quincoces de Yuso) y Julio Sainz Alonso
(ganadero de Quincoces). En ella se adoptó por unanimidad el acuerdo de solicitar
a la Junta de Castilla y León la autorización o reconocimiento oficial
figurados en el artículo 3.1 del RD 1026/1993, de 25 de junio, sobre
selección y reproducción de ganado equino de razas puras, y solicitar la
autorización para la creación y llevanza del Libro Genealógico de la Raza
Caballar Losina. En su punto 6º y último se acuerda aceptar como socio a
Julio Sainz Alonso, quien previamente lo había solicitado. En junio de 1993 redacté
el informe titulado “Proyecto de Recuperación y Cría en Pureza del Caballo
Losino – Situación actual y perspectivas”, en el que hacía un balance de
antecedentes, actuaciones, carencias y proyectos, y solicitaba una ayuda a la
Junta de Castilla y León de 40.000.000 pts., distribuida en seis años. El 23 de julio de 1993
se publicó el Real Decreto 1026/1993 por el que se transfiere a la Consejería
de Agricultura y Ganadería el control técnico de los libros genealógicos de
las asociaciones de su ámbito, perdiendo la Jefatura de Cría Caballar sus
competencias sobre la raza losina. El 27 de octubre de 1993
tuvo lugar una reunión en la sede de la Consejería de Agricultura y
Ganadería, en Valladolid, en la que se presenta el informe, y se insiste en
la urgencia de encontrar alguna solución para financiar al Proyecto de Recuperación
del Caballo Losino. En él razonaba que cuando la raza losina desaparecía era
por su escasa rentabilidad, que de haber sido económicamente rentable su
cría, no necesitaría de ninguna ayuda oficial para su mantenimiento, que la
J.C. y L. debería plantearse si merece la pena o no el mantenimiento de esta
raza autóctona, que el losino podría llegar a ser rentable algún día pero
para ello hace falta tiempo, selección e inversión y que nosotros estábamos
dispuestos a hacer el esfuerzo físico, pero no nos era posible el esfuerzo
económico. Por parte de la Junta, Juan Antonio Ordás nos aconsejó que la
solicitud se hiciera a través de la Asociación Española de Criadores del
Caballo Losino y que en él estuvieran integrados todos sus asociados, pues
consideraba que de esa manera tendría mejor acogida. Nosotros alegamos que el
único núcleo de ganado losino con capacidad para desarrollar un proyecto de
recuperación de la raza era el de Pancorbo, que ya contaba con 114 cabezas,
mientras que el resto de asociados solo poseían dos yeguas muy viejas y un
caballo (el padre de uno de nuestros sementales), pero que no teníamos ningún
inconveniente en integrarles en el proyecto. El 10 de agosto de 1994
tiene lugar la Asamblea General de Socios de la Asociación Española de
Criadores del Caballo Losino, en Quincoces de Yuso. El Presidente informó de
las conversaciones mantenidas con la Consejería de Agricultura y Ganadería,
con respecto a la solicitud de ayudas y el núcleo de Quincoces planteó
presentar una solicitud propia. El Presidente les instó a que la remitiesen a
la Asociación para poderla presentar junto con la de Pancorbo y que lo
hicieran con celeridad para no retrasar innecesariamente esta solicitud ya
que el núcleo de Pancorbo estaba muy necesitado de ayuda económica. Se dio de
baja como socio Bonifacio Robredo Castresana, por haber vendido su yegua y se
dio de alta José Mata González, como propietario de una yegua de mi hierro.
Se renovó la Junta Directiva, continuando como Presidente Eduardo de Juana,
como secretario fue nombrado Eduardo Ruiz, yo como Tesorero y como Vocal
Julio Sainz. Se acordó solicitar a la Junta de Castilla y León el título de
Entidad Colaboradora, así como la subvención correspondiente para el
funcionamiento del Libro Genealógico. Bonifacio Robredo no fue
dado de baja hasta esta asamblea pero Eduardo Ruiz y Julio Sainz adquirieron
la condición de socios por haber comprado su yegua y el caballo y la yegua de
Fernando Ungo. El 23 de septiembre de 1994
tiene lugar la 5ª Asamblea General de Socios de la A.E.C.C.L., en Pancorbo. A
pesar de las instancias del Presidente, los asociados del núcleo de Quincoces
aún no habían entregado su solicitud de ayudas, tal y como se habían
comprometido en la asamblea anterior, por lo que se acordó que cada asociado
interesado presentaría, en el plazo máximo de 15 días, su previsión de
necesidades y su programa de conservación y mejora, esta petición de ayuda
tendría como máximo la cantidad de 300.000 Pts. por cabeza para un periodo de
5 años. La Junta Directiva examinaría las aportaciones particulares, y en
base a ellas, redactaría una Memoria conjunta que presentaría a la Junta de
Castilla y León. El núcleo de Quincoces
tampoco hizo caso en esta ocasión por lo que, el 27 de octubre de 1994
presentamos nuestro proyecto a la J.C. y L. Ese mismo día remitieron los dos
ganaderos de Quincoces de Yuso, su proyecto a la Asociación Española de
Criadores del Caballo Losino, en el que afirmaban ser propietarios de 15
yeguas, 2 potras y un caballo. Este dato produjo perplejidad en el resto de
los asociados, ya que estos señores habían adquirido su condición de socios
por la compra del ganado perteneciente a Fernando Ungo y a Bonifacio Robredo,
es decir dos yeguas de avanzada edad y un caballo, y no era posible que, en
tan breve espacio de tiempo se hubieran reproducido tanto. Si no procedían de
la reproducción de su ganado, ¿de dónde habían salido? Es cierto que, aunque en la Asamblea de 10-4-93
se acordó que se iniciase el Registro Provisional del Libro Genealógico, esto
no había sido posible por no poder concertar a los miembros de la Junta de
Admisión, pero esto no impedía que la Asociación conociera los efectivos con
que contaba cada asociado. El día 16 de abril de
1996 se personaron en Pancorbo Eduardo
Ruiz Sainz-Amor y Fernando Oña
Santolaya (ganadero de Quincoces), con la pretensión de que presentase a la
firma del Presidente, que a la sazón se encontraba internado en el hospital
convaleciente de un infarto de miocardio, un certificado, redactado por el
Sr. Ruiz, Secretario de la A.E.C.C.L., en el que decía: CERTIFICO: Que en el Acta
número Seis, correspondiente a la Asamblea General de la Asociación celebrada
el día Dos de Abril de Mil Novecientos Noventa y Seis, hay un acuerdo que
transcrito literalmente dice así: “4.-PETICIÓN DE SUBVENCIÓN AL C.E.D.E.R.
MERINDADES.- Vistas las dificultades normativas de la Junta de Castilla y
León para conceder las indispensables ayudas a fondo perdido para la
consolidación del núcleo de recuperación y cría del Valle de Losa, derivadas
de no ser sus integrantes agricultores o ganaderos a título principal,
condición esta que se exige en todos los decretos específicos de ayudas, y
estudiado el actual programa de ayudas del CEDER-MERINDADES donde parece
buscarse la eficacia de las acciones sin peregrinas limitaciones sobre sus
promotores, y en el que alguno de sus objetivos (recuperación y valorización
de razas autóctonas) son exactamente coincidentes con los de la Asociación,
la Asamblea, tras estudiar la memoria preparada al efecto por los ganaderos
integrantes del núcleo de recuperación de Losa, y comprobar que la
consolidación de dicho núcleo de cría encaja a la perfección con la medida
del apartado B-5 “Recuperación y valorización de razas autóctonas” y no es
una acción económicamente productiva durante el periodo de recuperación y
consolidación del núcleo de cría, aunque posteriormente pueda llegar a ser
rentable, o al menos a autofinanciarse, decidió por unanimidad solicitar del
CEDER-MERINDADES la financiación del 70% del presupuesto de consolidación del
núcleo de cría del Valle de Losa, compuesto por los ganaderos asociados D.
Julio Sainz Alonso, D. Eduardo Ruiz Sainz-Amor y D. Fernando Oña Santolaya. El Sr. Presidente
manifestó que dada su residencia en Madrid y su estado de salud, delegaba la
representación de la Asociación para este exclusivo asunto en uno de los
ganaderos del núcleo afectado, D. Eduardo Ruiz Sainz-Amor, delegación que
pese a ser de su competencia deseaba someterla a la Asamblea, por lo que se
pasó a votación y fue convalidada por unanimidad” Lo que Certifico con
el Visto Bueno del Presidente, en Quincoces de Yuso, a trece de Abril de Mil
Novecientos Noventa y Seis. Así mismo me presentó un
Acta nº 6, según la cual se había celebrado una Asamblea General de Socios,
en Pancorbo, el día 2 de abril de 1996. En este Acta no figura como socio
José Mata y, sin embargo, en su punto 3 dice que se aprueba la admisión de
Fernando Oña Santolaya en vista de una supuesta solicitud presentada por el
interesado el 14 de mayo de 1995, y en su punto 4, figuraba el acuerdo
anterior sobre solicitud de subvención al CEDER. Era obvio que tal Asamblea
no se había producido, que tales acuerdos no se habían tomado, que mi padre
jamás había delegado el cargo, que Fernando Oña jamás había presentado
solicitud de admisión en la Asociación, que los documentos eran absolutamente
falsos y que esos señores pretendían abusar de la precaria situación de la
salud del Presidente. En el momento en que fue
posible se informó al Presidente, quien, ante la gravedad de los hechos y la
absoluta pérdida de confianza en el Secretario, consideró oportuno instruir
expediente a Eduardo Ruiz. El 25 de Mayo de 1996 se
convocó la 6ª Asamblea General de Socios de la A.E.C.C.L., en Pancorbo.
Presenté ante la Asamblea un escrito del Presidente excusando su ausencia,
por motivos graves de salud, en el que delegaba el cargo y su voto
temporalmente en mí. Una vez leído y mostrado públicamente fue aprobado por
los asistentes, a excepción de Eduardo Ruiz, quien, si bien no se opuso a la
delegación del cargo, sí lo hizo a la delegación del voto, por entender que
no está especificado en los Estatutos. Fernando Oña fue presentado a la
Asamblea por Eduardo Ruiz y Julio Sainz y propuesto como socio, en base a la
posesión de 7 yeguas de raza losina, que dijo haberle vendido recientemente
el primero de éstos. Como Presidente en funciones propuse no tomar ninguna
resolución sin comprobar previamente la pureza racial de estas siete yeguas,
ya que era matemáticamente imposible que el núcleo losino de Quincoces se
hubiera reproducido en tal medida. Los proponentes manifiestan que en
realidad tales yeguas proceden de Vizcaya, a lo que les repuse que, en tal
caso, era improbable que pertenecieran a la raza losina, que serían de la
raza Pottoka o cruzados con ella. Eduardo Ruiz restó importancia al hecho,
aduciendo que, a su juicio, “la raza losina ni existía ni había
existido nunca”. En el punto 4º del orden del día presenté el
expediente de separación incoado al socio Eduardo Ruiz, en base a los hechos
acaecidos el día 16 de abril de 1996 (falsificación de documentos y uso
fraudulento de los sellos oficiales a su cargo). Fue leído públicamente y
puesto a votación, siendo aprobado por mayoría simple, con la abstención de
Julio Sainz y el voto en contra del propio interesado. El 7 de septiembre de
1996 tuvo lugar, en Pancorbo la 7ª Asamblea General de Socios de la
A.E.C.C.L. bajo la presidencia de Eduardo de Juana. En su primer punto del
orden del día se pasó lectura del Acta anterior así como del expediente de
separación incoado a Eduardo Ruiz, quedando aprobados por unanimidad. En el
2º punto el Sr. Presidente informó que una hora antes de la primera
convocatoria se habían presentado Julio Sainz y Eduardo Ruiz inquiriendo el
motivo por el cual el segundo de ellos no había sido convocado a esa
Asamblea, que él les había contestado
que según el Acta nº 6 Eduardo Ruiz había sido expulsado de esa Asociación y que Julio Sainz, en muestra de disconformidad,
tampoco quiso estar presente. También informó que, dado su estado de salud,
deseaba cesar en el cargo. Se admitieron como nuevos socios a Ángel del Campo
Cantera y a José A. Isasi Vicente por
ser propietarios cada uno de ellos de una yegua losina de mi hierro. Se
renovó la Junta Directiva, siendo nombrado yo Presidente, Eduardo de Juana
Vicepresidente, José Mata Secretario y Ángel del Campo Tesorero. El 13 de noviembre
fuimos citados mi padre y yo en el despacho de Baudilio Fernández-Mardomingo,
junto con los representantes del núcleo de Quincoces. A mi padre le fue
imposible trasladarse desde Madrid, tanto por su delicado estado de salud
como por el inclemente tiempo de esas fechas. En ésta se me conminó, por
parte del Jefe del Servicio de Agricultura y Ganadería a que rectificáramos
nuestra decisión de expulsar a Eduardo Ruiz, a lo que me opuse por haber sido
una decisión mayoritaria de la Asamblea General de Socios de la A.E.C.C.L.,
en la que yo ni podía ni quería influir. Baudilio me advirtió que
próximamente se iba a aprobar una subvención de 2.000.000 Pts. para la
asociación a la que se encomendase la gestión del Libro Genealógico de la
Raza Losina, pero al haber expulsado al Sr. Ruiz el núcleo de Quincoces
pretendía crear otra asociación y, posiblemente se la darían a ellos. Yo
alegué que la nuestra siempre sería la más antigua, la que más ganaderos y
ganado agrupaba y la que lo tenía solicitado desde el 12 de diciembre de 1987
a la Junta Superior de Cría Caballar y desde el 10 de abril de 1993 a la
Consejería de Agricultura y Ganadería. El 14 de mayo de 1998 se
me convocó a una reunión en la Delegación de Agricultura y Ganadería en
Burgos, para informarme del prototipo racial propuesto para el Libro
Genealógico. El 26 de mayo de 1998,
la Asociación Española de Criadores del Caballo Losino remitió las
alegaciones al Prototipo Racial propuesto por la Junta de Castilla y León, en
el que, aparte de citar los antecedentes oportunos, hice objeciones técnicas
al Prototipo, destacando por su gravedad la de que nuestra Asociación,
después de haber mantenido abierta la inscripción de caballos losinos de
origen desconocido en el Registro- Matrícula por tres años, lo mantenía
cerrado desde el año 1989, de manera que, desde esa fecha, no se admitían más
inscripciones de ejemplares losinos que los descendientes de los ya
inscritos, y la Junta de Castilla y León proponía volverlo a abrir sin
ninguna justificación, lo que atentaba contra la pureza de la raza y contra
la labor de selección que veníamos realizando desde aquella fecha. No se
recibió nunca contestación a nuestras alegaciones (Doc. 4) El 22 de octubre de 1998
fui citado a una reunión que tendría lugar al día siguiente en las
dependencias de la Junta de Castilla y León en Burgos. Asistí a esa reunión en
el despacho de Baudilio Fernández-Mardomingo, Jefe del Servicio Territorial
de Agricultura y Ganadería, en la que me volvió a insistir en que, de no
readmitir a Eduardo Ruiz en la A.E.C.C.L., no nos concedería la subvención de
2.000.000 Pts., destinada a las asociaciones encargadas de la gestión de los
Libros Genealógicos, a lo que respondí que el Sr. Ruiz había sido expulsado
de la Asociación por la Asamblea General de Socios y sólo a ella le
correspondía la revocación de esa decisión, yo, como Presidente no tenía más
que un voto, aunque de calidad, y siempre sería contrario a dicha revocación
por estar absolutamente convencido de que la actitud y proyectos del Sr. Ruiz
ante la raza losina y ante la Asociación
que la defendía eran altamente dañinos. Se me intentó hacer cambiar de
criterio de muy diversas maneras pero no accedí. También se trató sobre el
Prototipo Racial y de las alegaciones presentadas por nuestra Asociación.
Insistí en los artículos 5.1 y 5.2, sobre la apertura de las Secciones del
Registro Fundacional y del Registro Auxiliar, les razoné y advertí de la
gravedad de tal decisión y del perjuicio que causarían, que esta raza, al
haber sufrido tantos cruces a lo largo de tanto tiempo y por tan variadas
razas, necesitaba ser seleccionada con un criterio muy severo, que ese
criterio fue el que aplicamos cuando seleccionamos nuestro ganado que,
posteriormente, habían surgido individuos que, atraídos por las subvenciones
y amparados por la falta de instrumentos legales que se lo impidiera,
adquirieron ganado de los más diversos orígenes y sin ninguna relación con la
raza antigua, que los ejemplares que nosotros desechábamos como reproductores
eran racialmente mucho mejor que cualquiera de los suyos y que era un abuso,
una temeridad y un fraude incluir a esos animales en el mismo Libro
Genealógico. Su respuesta fue que esos animales ya venían gozando de las
ayudas oficiales desde hacía unos años y si se desestimaban, sus propietarios
tendrían que devolver esas ayudas. Plantee que era su misión encontrar
solución a ese inconveniente y que no les resultaría demasiado difícil, pero
que su obligación prioritaria era velar por la recuperación e integridad de
la raza losina. Yegua “losina” de “El Bardojal”. Foto: Centro de
Interpretación del Caballo Losino, Criales de Losa. En el B.O.C. y L. de 24
de noviembre de 1998 (nº 226/1998), aparece publicada la Orden de 30 de octubre
de 1998, de la Consejería de Agricultura y Ganadería, por la que se crea el
Libro de Registro Genealógico de la Raza Equina Losina y se aprueba su
funcionamiento. Conviene recordar que desde que solicitamos su apertura ante
la Jefatura de Cría Caballar hasta que la J.C. y L. tuvo a bien crearlo había
transcurrido una década, tiempo injustificadamente excesivo que permitió al
núcleo de Quincoces inscribir a un gran número de caballos que nada tenían
que ver con la raza losina ni entre sí. El 27 de noviembre de
1998 fui citado en la Delegación de la Junta de Castilla y León en Burgos. En
esa reunión estuvieron presentes Baudilio Fernández-Mardomingo, Paloma
Delgado y Jesús Cortés del Amo. En esta ocasión se me conminó, una vez más, a
que cambiara de actitud con respecto a la admisión del Sr. Ruiz en la
Asociación Española y del ganado del núcleo de Quincoces de Yuso o me sería
desestimada la concesión de ayuda a las razas autóctonas en peligro de
extinción. Les recordé que cuando se inició la ganadería de Pancorbo se hizo
con criterios puramente altruistas ya que entonces no existían subvenciones
ni ningún tipo de ayuda, que la localización y adquisición de los últimos
ejemplares de pura raza losina había sido posible por el esfuerzo económico y
personal de particulares, que gracias a aquella iniciativa se reconoció
oficialmente a la raza, se crearon las ayudas, el Libro Genealógico (aunque
con 10 años de retraso) y se mantenía viva la raza losina. Que esta raza era
patrimonio mundial pero que la responsabilidad de su mantenimiento era de la
Junta de Castilla y León, y concretamente de la Delegación de la Consejería
de Agricultura y Ganadería en Burgos, que ellos eran los máximos responsables
de la Delegación y por tanto del futuro de la raza losina. Que desde el año
1993 venía solicitando un convenio con la Junta de Castilla y León en el que
se fijaran las metas, los métodos y la financiación necesarios para recuperar
a la raza losina, que nunca habían atendido ni discutido mis requerimientos y
que tan solo me habían dejado la salida de acogerme a las ayudas previstas en
el Reglamento CEE 2078/92. Que la finalidad de esa ayuda era la compensación
de pérdida de renta frente a sistemas de explotación más competitivos pero
que resultaba absolutamente insuficiente para el desarrollo de un mínimo
programa de recuperación y fomento de la raza. Que me acogí a esa ayuda por
indicación de Baudilio Fernández-Mardomingo y por ser la única alternativa
que me ofrecía, que, previamente, le manifesté las grandes dificultades que
veía en el cumplimiento de los compromisos y muy especialmente en lo
referente a los controles, ya que la cabaña en ese momento se componía de 150
animales cerriles que pastaban libres durante todo el año en un monte de 700
Ha, y me sería de todo punto imposible reunirlos en un plazo de 48 horas,
como pretendía ese Reglamento, a lo que Baudilio me había respondido
asegurándome que en el caso del caballo losino no se aplicarían esos
controles por entender que no eran posibles, y que sin embargo ahora era ese
el argumento para dejar sin ayuda a mi ganado. Que la Junta de Castilla y
León debía plantearse seriamente si consideraba oportuna o no la conservación
de la raza, que si concluían que no lo merecía les agradecería que me lo
dijeran y si decidían lo contrario que pusieran los medios necesarios. Que si
el problema era yo, no tuviesen ningún reparo en decírmelo, ya que mi afecto
por la raza era tan alto que no dudaría en ceder la titularidad de la
ganadería a la Junta de Castilla y León (a cambio de un justiprecio), con tal
de ver hecha realidad su permanencia en el futuro, pero lo que no podían
hacer era abandonarme a mí y a la raza a nuestra suerte, pues, al no disponer
de recursos suficientes para mantenerla tendría que venderla y se
dispersaría. El 22 de febrero de 1999
recibí la visita de dos funcionarios de la Consejería de Agricultura y
Ganadería, en mis establos, con la intención de que les firmara un documento
de siete páginas, del cual me dejarían copia para que posteriormente pudiera
leerlo. Les expliqué que tenía por norma no firmar ningún documento sin
haberlo leído previamente, de forma que procedí a su lectura. Nada más
comenzar comprobé que se trataba de un Convenio de colaboración entre la
Consejería y la “Asociación de Criadores de la Raza Equina Losina” y que se
requería mi firma como presidente de ella. Les advertí de que la Asociación
que yo presidía no se denominaba así, por lo que sería inútil que lo firmase,
y que en el caso de estar correctamente escrito su nombre tampoco lo haría
sin obtener previamente la conformidad de la Junta General de Socios. Ante mi
negativa decidieron marcharse pero me pidieron que esos inconvenientes y las
observaciones que quisiera hacer al documento se lo remitiese por escrito al
Sr. Consejero. Cuando pude leer tranquilamente este “Convenio” pude apreciar
que era absolutamente inaceptable, tanto por el fondo como por la forma, y
que estaba claro que el Sr. Consejero no estaba interesado en encontrar la
fórmula para rescatar a la raza losina, sino la que le permitiera quitarse el
muerto de encima.(Doc.7) El 23 de marzo de 1999
recibí una llamada telefónica de Mariano Alonso, Jefe de Sanidad y Producción
Animal de Burgos en la que me citaba a una reunión en el edificio de la Junta
de Castilla y León en Burgos, para el día 25. Esta reunión resultó ser para
la constitución de la Comisión Central del Libro de Registro Genealógico de
la Raza Equina Losina. Como asistentes figuraban Baudilio
Fernández-Mardomingo, Jefe del Servicio Territorial de Agricultura y
Ganadería, el Jefe del Servicio de Medios y Ordenación Ganadera, el Jefe del
Servicio de Sanidad y Producción Animal, la Jefa de Sección del Servicio de
Medios y Ordenación Ganadera, tres miembros del núcleo de Quincoces de Yuso y
yo. En esta reunión formalizaron la constitución de dicha Comisión, en la que
me incluyeron como representante de la inexistente Asociación de Criadores de
la Raza Equina Losina. Seguidamente, dicha Comisión acordó crear una Comisión
de Valoración integrada por un ganadero propuesto por la Asociación de
Criadores y por dos veterinarios propuestos por la Comisión Central del Libro
de Registro. Les advertí que yo era Presidente de la Asociación Española de
Criadores del Caballo Losino, que no conocía ni pertenecía a esa otra
Asociación y que de los otros ganaderos presentes solo uno (José Isasi)
pertenecía a mi Asociación, ya que D. Fernando Oña nunca había llegado a ser
admitido como socio y D. Eduardo Ruiz había sido expulsado. A pesar de mis objeciones
se empecinaron en continuar con la representación y me nombraron ganadero
integrante de la Comisión de Valoración. La siguiente decisión fue mucho más
grave pues consistió en incluir de oficio y sin examen previo a todos los
animales que venían gozando de la subvención, así como a toda su
descendencia. Protesté esa decisión ya que, al no haber existido
anteriormente una herramienta con la que poder determinar que animales eran
de pura raza y cuáles no, a las convocatorias de subvenciones habían acudido
todo tipo de ganados y de ganaderos, y que ahora era el momento de que, la
recién creada Comisión de Valoración hiciese el trabajo para el que se había
creado. La respuesta del Jefe Territorial fue que había que hacerlo a su
manera y admitir a todos los ejemplares, pues si alguno quedara descartado
perdería la ayuda y tendría que devolver las recibidas hasta el momento. De
nada sirvió mi propuesta de que se decretara una exculpación basándose en el
hecho de que no existía con anterioridad ni Libro Genealógico ni Comisión de
Valoración. Por último, la Comisión Central acordó fijar la fecha de las
sucesivas reuniones, estableciendo al menos una al año. A pesar de haber sido
nombrado vocal de dicha Comisión jamás he sido citado a ninguna otra reunión
así como tampoco a la Comisión de Valoración. El 25 de octubre de 1999
recibí un escrito de Paloma Delgado, según el cual la Asociación "El
Bardojal" de Quincoces de Yuso había sido finalmente declarada entidad
colaboradora y única reconocida en Castilla y León como representante de los
ganaderos dedicados a la cría del caballo losino, por lo que me comunicaban
que la solicitud de ayuda (presentada el 8 de abril) la tenía que volver a
tramitar a través de esta asociación. (Doc.
12) Varios años más tarde me
enteré que la Asociación de Criadores de Caballos Losinos “El Bardojal” había
sido constituida por Eduardo Ruiz, Julio Sainz, Fernando Oña y José Isasi el 23 de abril de 1996, “al considerar que la Asociación Española no
perseguía la difusión de la cría de nuestra raza caballar”, según
explican en su Web, dejando patente la aviesa intención de Eduardo Ruiz,
Julio Sainz y José Isasi quienes, perteneciendo e incluso ocupando cargos
directivos en la A.E.C.C.L. actuaron secretamente en su perjuicio. Esto solo
es disculpable por el hecho de que, probablemente su comportamiento se debía
a instrucciones superiores. El 5 de Junio de 2000
remití al Consejero de Agricultura y Ganadería el informe elaborado por la
Sociedad Española de Recursos Genéticos Animales (SERGA) basado en el
análisis del ADN de ambas ganaderías realizado por la Facultad de Veterinaria
de Córdoba, según el cual la única población caballar losina de pura raza es
la del núcleo de Pancorbo, ya que la agrupación de Quincoces, además de
carecer de la más mínima homogeneidad (excesiva dispersión genética) se
encuentra genéticamente más próxima al pottoka que al núcleo de Pancorbo. (Doc. 14). Informe al que, como era de
esperar, no hicieron ningún caso. Yegua losina del núcleo de Pancorbo. Curiosamente, en la
página Web de esa asociación se puede leer lo siguiente: “La
recuperación del Caballo Losino hubiera sido materialmente imposible sin la
concurrencia de la ayuda institucional. Una
actividad claramente antieconómica, sin la rentabilidad como objetivo
prioritario, y sin productos apreciados por el mercado, solo ha podido
mantenerse con el apoyo de las instituciones. Sin embargo, es necesario
hacer notar que las ayudas nunca han respondido a una deseable planificación
de apoyo a la recuperación de la raza, coordinada entre todas las
administraciones implicadas.” Que es exactamente lo que
yo siempre reclamé. Sin embargo reconocen
que la Consejería de Agricultura y Ganadería sí firmó varios convenios de
colaboración con esa asociación (convenios que a la Asociación Española de
Criadores del Caballo Losino le estaban vetados) y resaltan “la desinteresada ayuda técnica, legal, y
a veces moral, que nosotros siempre hemos encontrado en el personal de la
Sección de Ganadería en general, y en particular (en sus años de Jefe de la
Sección de Ganadería y posteriormente del Servicio Territorial de Agricultura
de Burgos) del actual Director General de Producción Agropecuaria, Baudilio
Fernández-Mardomingo, ayuda y respaldo que pese a no tener valor económico,
es muchas veces tan necesaria e importante como la material” Creo que con esto ya
está dicho todo. Ricardo de
Juana 2011 Volver
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